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Alberto Rodríguez, junto a las botellas de sidra. PABLO LORENZANA
La sidrería más antigua de Gascona

La sidrería más antigua de Gascona

El establecimiento mantiene su esencia de siempre e incorporando los platos de la nueva cocina a la carta

ROSALÍA AGUDÍN

Jueves, 11 de julio 2019, 02:07

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Es la sidrería más antigua de la calle Gascona, pero tiene la decoración de lo más juvenil. Alberto Rodríguez, más conocido como Berto, es desde hace casi tres años unos de los dueños de la sidrería Gascona. El grupo hostelero al que pertenece -y que gestiona seis restaurantes entre los que se encuentran La Genuina o La Finca y próximamente harán una nueva incorporación que aún no quiere desvelar- adquirió El Ferroviario el 1 de agosto de 2016. Estuvieron medio año trabajando con el modelo anterior y a partir de 2017 adaptaron el negocio a su «estilo», aunque siempre manteniendo la esencia de este clásico ovetense.

Lo primero que hicieron fue una reforma que se prolongó durante una veintena de semanas. Se mantiene la distribución clásica junto a la barra principal y algunos cuadros de épocas pasadas, pero todo lo demás es nuevo. Los comensales pueden ver cómo se preparan los platos en la cocina, se puso un nuevo mostrador en el comedor de la planta de la calle y se eliminó la mítica fuente.

También, se puso un mapa de Asturias, en las paredes predomina el verde botella de sidra junto a los tonos madera y se han introducido novedades en la carta. Se mantienen los platos clásicos como es el caso del pollo al ajillo, pero también recetas de la nueva cocina. «La decoración la hemos puesto según nuestras necesidades, aunque queríamos mantener el espíritu de esta sidrería. En la carta tenemos recetas de siempre, pero también se puede comer un tataki», apunta el dueño, quien siempre tiene muy presente la historia de esta sidrería.

Abrió sus puestas en 1951 y solo comercializaba sidra Peñón. Este caldo se sigue manteniendo, aunque han introducido otros doce palos y su primer dueño regentó el negocio hasta 1988. Fue entonces cuando Luis Díaz se jubiló y alquiló su establecimiento al que tantas horas de su vida dedicó. En los años noventa cambiaron las personas que estaban al frente y en el nuevo siglo dos de los trabajadores, Juan (que era uno de los cocineros) y Carlos (camarero), cogieron el timón. Estuvieron al pie del cañón hasta hace tres años y en aquella fecha el grupo hostelero se puso en contacto con los dueños del local.

«Nosotros tenemos La Finca, pero el local se nos quedó pequeño. Buscamos otro y El Ferroviario era el que más nos gustaba, pero el que más obra necesitaba. Nos enteramos de que la empresa que lo gestionaba acababa el contrato y nos reunimos con la propiedad y lo conseguimos», abunda Rodríguez, para a renglón seguido especificar que Carlos sigue formando parte de la plantilla. Es uno de sus mejores camareros, pero lo disfrutarán por poco tiempo más: «Se jubilará el año que viene».

No obstante, la plantilla está formada por auténticos profesionales. Son «veintidós empleados» y esta cifra les permite abrir durante todos los días del año salvo las jornadas de Navidad y Año Nuevo. Entre las especialidades están sus chuletones y las espichas siguen siendo uno de los clásicos. Se celebran en el comedor de abajo y gracias a su popularidad han adaptado el nombre del local a ellas: «Se llama El Ferroviario chigre-espicheru».

Clientela de «mediana edad»

Su clientela es de «mediana edad» y Rodríguez apunta que cada vez acude más público que fue cuando era «más joven» con sus padres o abuelos, y ahora han vuelto a traspasar la puerta de esta histórica sidrería que sigue manteniendo sus fieles. Por muchos años más.

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