De Cerdeña y de Asturias, un buen matrimonio
Anna Lisa, de una aldea de Cagliari, y Joaquín, de otra cercana a Grado, unieron, junto con sus vidas, sabores del Mediterráneo y del Cantábrico, las dos mejores dietas reconocidas, en la Taberna Salcedo de Oviedo
Taberna, sí, pero de alto coturno en continente y contenidos. El arte mueble presenta, por sus dos accesos, una gran terraza techada y otra pequeña y afayaíza con muestrarios de madera y plantas, previos a interiores de espacios variados, colores blanco y tierra, ventanas de forja y cuadros, bien abstractos, bien familiares de momentos pretéritos en blanco y negro: la variedad aumenta la amplitud. Y respecto al arte coquinario hay que reseñar cómo la chef maneja un reconocido bilingüismo, el sardo de nacimiento, pureza mediterránea desde su mayor isla (la que dio nombre a la sardina), y el asturiano tan de adopción deseada y conseguida, que el Club de Guisanderas la nombró una de las suyas.
Anna Lissa domina especialidades de entrambos mares, sean las maneras marineras de Casteddu, o las montañesas de su natal Biddesartu, sean igualmente las de Cudillero o Grado, que al sur de los pixuetos, por donde los moscones, en Villamarín de Salcedo, nació Joaquín, la otra parte del matrimonio, del negocio, y de los muchos aciertos que diplomas y premios testimonian.
¿Cómo surge el encuentro? Anna Lissa ganó una beca en la escuela de cocina de Cagliari (el precitado Casteddu) y vino para Oviedo. Traía, repitámoslo, el bagaje propio, y aquí empezó a manejar el nuevo: «Nunca había salido de mi isla, y lo hice a una ciudad de la que jamás había oído hablar, y donde descubrí otros potes, carnes, setas y pecados». Y puesto que quien bien cocina ye mundial, y que entre la favata sarda y la fabada asturiana hay una latinidad común (la fabada de Anna Lissa destaca en el 'hit parade' asturiano), sus potes, manos de cerdo con langostinos, mollejas, callos, mejillones tigre, pixines, merluzas y demás asturianadas, conviven con los deliciosos culurgiones, pasta grande entomatada y rellena de queso y menta; los malloreddus con quesu furriau (suenan asturianos); o las ensaladas de mar y tierra adornadas por capocollo, guanciale, peccorino, y otros embutidos y quesos isleños.
Pero volvamos a la biografía: Anna Lissa, que habla asturiano con acento dantesco (el dulcísimo de Dante) y Joaquín, cuyos abuelos, propietarios de la única tienda bar salcedeña y del único televisor, festejaron con toda la aldea que el hombre llegara a la luna, se conocieron, se casaron y montaron su taberna restaurante.
Mejor compenetración imposible: él, jefe de sala del Marchica, fallecido Ramón fue para el Palacio de Congresos, y allí surgió el encuentro que originó hasta un vermut casero y propio.
Y más. Dentro de pocas semanas inaugurarán el restaurante italiano 'Maiochedda', que en Salcedo seguirán de guisandera y jefe de sala y en el nuevo, rotulado con el apodo de la familia sarda, ejercerán de 'coghinera' y 'camariere'.