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Enrique Ponce regresó a El Bibio recién recuperado de su grave cogida de Fallas. FOTOS: DAMIÁN ARIENZA

Salida a hombros de Perera

Solo la falta de acierto con el estoque privó a Ponce de salir con el extremeño por la última puerta grande de la feria. Manzanares no estuvo fino con los aceros

JOSÉ ANTONIO RODRÍGUEZ CANAL

Lunes, 19 de agosto 2019, 03:37

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Solo la falta de acierto con el estoque privó a Ponce de acompañar a Perera en la salida a hombros. Muleteó el valenciano con temple y suavidad a su primer enemigo. La faena, siempre sobre la derecha -salvo un breve ensayo fallido con la zurda- por razones que el diestro sabrá, tuvo de todo. Fases de excelencia mezcladas con momentos de escasa quietud, perdiendo pasos y sin ligar. Porque Ponce es un maestro de la tauromaquia, pero también en tomarse ventajas para ejercerla, como citar con el pico y no con la panza de la muleta. Y todo ello, con la complacencia del público, porque lo hace muy bien, es justo reconocerlo. Estuvo Enrique, en fin, aseado ante el mansote, que murió en terrenos de toriles. En el cuarto toro de la tarde, impresentable de cuerna, creció en calidad la labor de Enrique, con las notas de 'La Misión' como fundo musical. Se prodigó en seis tandas de redondos, casi siempre largos, templados, con mando, y una magnífica serie de naturales, como lo fue también la del epílogo tras los pases de adorno con las piernas flexionadas. Intentó redondear la tarea con clasicismo, matando en la suerte de recibir, pero falló dos veces antes del volapié letal y el premio se redujo a una vuelta a la redonda entre los aplausos del respetable.

Tampoco anduvo fino con los aceros José María Manzanares, que en su primer toro, bizco del izquierdo y sangrado en varas como para un análisis, ejecutó la mayor parte de la faena de muleta a favor de querencia, porque el domecq, blando, un flojeras, se tenía en pie con dificultad y costaba trabajo conseguir que embistiera. Por eso Manzanares lo trasteó a media altura. Se lució en dos series con la derecha y pare usted de contar, porque lo demás fue querer y no poder por culpa del astado, al que dejó para el arrastre al segundo intento. En el quinto toro de la tarde empezó el alicantino la faena con redondos de excelente calidad, cuyo nivel descendió a medida que se prolongaba el trasteo. Apagado, sin gas, su enemigo, Manzanares terminó la tarea sin acierto con la espada. Y no hubo más. Bueno, sí, el feo detalle de Perera de salir a la arena a dar lances al aire con el capote mientras Manzanares aún correspondía con saludos desde el ruedo a la ovación que le dedicaba el público.

Perera fue el triunfador de la tarde. Su lote resultó el más aprovechable. El primero, de cabeza de pitiminí y blando, en la práctica se quedó sin picar, aunque consiguiera que el caballo se fuera al suelo en su único encuentro. Permitió, sin embargo, el lucimiento de Perera, que ya se inició con su variada actuación con el capote a base de verónicas rodillas en tierra. También de hinojos, en el platillo, empezó la faena de muleta, con espectaculares pases cambiados. Después, series de pases en redondo con mucho mando y toreo al natural de muy buena factura, amenizado todo ello con la interpretación de la Canción del Toreador, de la ópera 'Carmen' por la Banda de Música de Gijón. Por fallar a espadas el premio quedó en una oreja, pero se veía venir lo que pasó. Al toro que cerró plaza y feria lo veroniqueó lucidamente a pies juntos y con la franela le suministró pases por alto de inicio, seguidos de redondos largos y mandones, además de naturales de menor hondura, todo con el remate del encimismo efectista que enardeció a los tendidos. Volvió a marrar con el acero al primer intento, pero la marea de pañuelos blancos convenció a la autoridad que otorgó una oreja al extremeño, para que su salida a hombros -la novena del ciclo- clausurara el abono. Eso fue todo. Y, como se dijo aquí mismo en 2018, hasta el año que viene, si el Ayuntamiento quiere.

Ficha técnica

  • Plaza de toros de El Bibio: Domingo, 18 de agosto de 2019. Sexto y último festejo de abono de la feria de Begoña. Nublado. El ruedo estaba en perfectas condiciones pese al diluvio caído por la mañana. Antes de la lidia del último toro, Damián Baos, empleado polifacético, encargado de exhibir la pizarra y de pintar las rayas, que se jubila, recibió una cariñosa despedida de sus compañeros en el ruedo, cuyo piso besó el homenajeado entre los aplausos de la parroquia. El reloj de la plaza marcaba la una menos cinco cuando empezó el festejo. Y de nuevo se repitió el show retardatario de las (dos) mulillas, que tardan una eternidad en salir al redondel para dar tiempo a presionar a la presidencia en la petición de trofeos. Inadmisible descaro el de los mulilleros impropio de una plaza que se precie. Dos tercios de entrada (unas 6.171 almas, de los 9.257 asientos del aforo total oficial del coso municipal) es un cálculo generoso sobre la asistencia de público. Cuatro toros de Juan Pedro Domecq y dos, primero y sexto, de Parladé, todos de cabezas poco ofensivas y justos de fuerzas. El primero entró dos veces al caballo, pero el segundo y el tercero pasaron a banderillas sin picar como quien dice. Prendió dos buenos pares de rehiletes Jesús Miguel González 'Suso' en el segundo toro y uno, en el tercero, Javier Ambel, que lidió muy bien al sexto.

  • enrique ponce Estocada caída (una oreja) y dos pinchazos en la suerte de recibir y estocada trasera y desprendida; un aviso (petición de oreja y vuelta al ruedo)

  • josé maría manzanares Pinchazo y estocada; un aviso (ovación) y dos pinchazos, el primero al encuentro, y estocada caída; un aviso (ovación).

  • miguel ángel perera Pinchazo y estocada desprendida; un aviso (una oreja) y pinchazo hondo y estocada perpendicular y trasera; un aviso (una oreja). Salió a hombros.

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