Los cisnes negros crían en el parque

La vida vuelve a abrirse paso en el parque de Isabel la Católica. El vallado eléctrico de los estanques ha acabado con las mortales incursiones de las nutrias y ha traído tranquilidad a la aves que habitan y anidan en estas zonas acuáticas. Una de las especies más emblemáticas de la colección zoológica local, los cisnes negros, que fueron totalmente exterminados por los depredadores, han vuelto a reproducirse a la vera del Piles cuando se cumple ahora justo un año de su reintroducción.

El conservador de la fauna del parque, José Luis García, se muestra exultante con los cinco polluelos que ha sacado adelante la pareja de anátidas que ha sustituido a los 18 ejemplares devorados por los mustélidos. Se trata de un macho que fue donado desde Oviedo y una hembra procedente de Cáceres, aunque nacida en Holanda.

Las cinco crías, con un plumaje de color gris parduzco, no se separan de sus padres y, desde su nacimiento, se han convertido en una de las atracciones del parque gijonés. El cisne negro, que es originario de Australia, ha estado presente de forma ininterrumpida en el parque de Isabel la Católica desde la década de los cincuenta del pasado siglo.

El Ayuntamiento sigue adelante con la lenta repoblación de aves en los dos lagos de Isabel la Católica aunque aún queda mucho para recuperar el censo previo a las matanzas de las nutrias. Hasta el momento se han reintroducido más de una veintena de parejas de aves, algunas de las cuales ya han empezado a criar al igual que han hecho los cisnes negros. Entre ellas especies tan vistosas y exóticas como los patos mandarines, los patos carolina (joyuyos), los cauquén, las barnaclas o los tarros del paraíso.

José Luis García está consiguiendo reponer las aves más emblemáticas del núcleo zoológico gijonés gracias a los intercambios de emúes y pavos reales con otros centros dedicados a la cría y cuidado animales. Parques y Jardines espera recuperar, adquisición tras adquisición, el lustre que tenía la colección de aves alicortadas de Isabel la Católica que, antes del inicio de las masacres de las nutrias, estaba entre las más reconocidas de España.