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Carta manuscrita donde el niño detallaba sus sufrimientos. E. C.

«Estoy muy triste y con el corazón roto. No me merezco tanto odio»

Un niño de 10 años relata en una carta el malestar que sufre en el colegio. El informe del centro concluye que no hay acoso pero se tomarán medidas

O. ESTEBAN

GIJÓN.

Viernes, 11 de octubre 2019, 18:23

Tiene once años y dice su madre que lleva desde los tres sufriendo problemas en el entorno escolar. Primero en el centro de Infantil. Después, en el que comenzó la Primaria, donde solo aguantó un curso. Y más tarde también en el nuevo colegio, lejos del anterior y donde lleva cinco años. Acaba de empezar sexto de Primaria. La familia lleva años comunicando a tutores, orientadores y equipos directivos la existencia de problemas, la falta de integración del niño y el «rechazo» de los compañeros. Ya en 2017 se elaboró un informe, pues existía cierta preocupación porque el niño no acababa de estar integrado en clase.

Finalmente, después de muchas conversaciones con la familia, antes de acabar el curso pasado, se puso en marcha el protocolo de actuación ante situaciones de posible acoso escolar, por parte del colegio, el Noega. Los padres aseguraban que «el especialista de Salud Mental (que había visto ya al niño) nos aconseja actuar ya sin más dilación». Habían aportado una carta manuscrita del pequeño, de diez años en ese momento, en la que explicaba cómo se sentía. «No entré con buen pie en este colegio, se me acusó de pesado, molestón, vete de nuestro lado. Se me acusaba de cosas que yo no hice», empezaba. En algo más de dos folios, cuenta algunos desencuentros. «Cuando tocaba jugar a 'pelotazo', siempre quieren darme a mí el primero».

El niño insiste en que no tiene con quién jugar, que le culpan de cosas que no ha hecho. «No entiendo por qué me hacen esto los compañeros». Al parecer, el pequeño «es muy cariñoso y busca el contacto físico», explica su madre, Natalia. El propio niño dice que a veces, ante el rechazo de los compañeros, reacciona acariciándoles la cara, lo que empeora la situación. Pero, sobre todo, lo que cuenta es la tristeza que siente. «El mundo está lleno de personas muy pero que muy malas. No me apetece hacer nada ni salir de casa». Y acaba: «Estoy muy triste y con el corazón roto en mil pedazos. Yo creo que no me merezco este trato de tanto odio hacia mi».

LAS FRASES DE LA MADRE«Estamos desesperados, todas las puertas se nos cierran. ¿Es que esto puede ir a peor aún?» «El niño dice que está malo para no ir al cole. He vuelto a llamar a Inspección para que hagan algo»

Los padres acompañaron la carta de su hijo con un escrito propio: «Nuestro hijo está siendo sometido a un continuo acoso por parte de varias compañeras de su clase en el recreo y en el aula. Esto está repercutiendo en su salud y en su rendimiento académico. Esperamos que cesen estas hostilidades. Solucionen el problema de una vez por todas», pedían.

En aplicación del protocolo, se recabó información de los profesores, dejando constancia de que a lo largo del curso se habían producido algunos incidentes, provocados tanto por el propio niño como por otros compañeros. En varias ocasiones se les reprendió e incluso se llegó a reunir a algunos padres para pedirles que no se repitieran determinadas situaciones. Se dejó constancia de que el pequeño tiene dificultades para integrarse y que en ocasiones es su actitud, aunque sin intención, la que provoca el rechazo de sus compañeros.

A finales de septiembre se han comunicado las conclusiones del expediente: «Se determina que no existe acoso escolar». La cuestión es que, según la circular que la propia Consejería de Educación remitió a los centros el curso pasado, donde se les explica cómo activar el protocolo, se especifica que para considerarque ciertas actuaciones suponen acoso escolar deben darse estas cuatro circunstancias: repetición, intencionalidad, desequilibrio de poder e indefensión y personalización. Y el informe elaborado y remitido a la consejería considera que en este caso no se dan dichas condiciones.

Desde la dirección del centro han declinado hablar sobre la cuestión. No pueden confirmar ni desmentir, ya que se trata de una información sobre un menor y, además, confidencia, afirman. Lo que sí aclaran es que en el colegio se aplica «a rajatabla» el protocolo de la consejería, que dicho protocolo incluye la posibilidad de poner en marcha medidas correctoras aunque no se determine que hay acoso y que en el centro se trabaja con esfuerzo para evitar cualquier situación de este tipo.

De hecho, es lo que se ha hecho, aprobar medidas «educativas y correctoras» que ya se habían iniciado el curso pasado, como actividades de tutoría para mejorar la relación del niño con la clase, mejora de la expresión de las emociones... Se elegirá al compañero de pupitre, para que sea alguien con quien tenga buena relación, se harán filas para entrar y salir para evitar conflictos, habrá supervisión en el recreo, actividades en el marco del programa Tutoría entre Iguales. La familia se niega a firmar el informe porque no están de acuerdo. Insisten en que «sí hay acoso». Mientras, la pediatra acaba de derivarle, de nuevo, a Salud Mental.

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