Expulsan al pederasta que impartía talleres infantiles en la asociación que gestiona la finca de Vega (Gijón)

La Asociación de Parados y Precarios de Asturias ha apartado de cualquier actividad relacionada con su organización a F. J. F. V., el hombre condenado a siete años y medio de cárcel por abusos sexuales a menores y que ejercía como monitor infantil en una finca de Vega en la que realizan talleres y campamentos.

La asociación aseguró ayer que «desconocía totalmente que este voluntario hubiese sido condenado por abusos sexuales a menores», si bien uno de los responsables de la gestión de la finca aseguró a EL COMERCIO el jueves que pese a saber que ese individuo había estado en prisión por un delito de abusos -que él mismo reconoció en el juicio- había considerado «que no era necesario apartarlo de las actividades con niños porque no se queda a solas con ellos».

Muchos padres que han llevado a sus hijos a actividades en la finca de Vega se mostraron ayer «consternados» al saber por este periódico que una de las personas que impartía los talleres había estado en prisión por el abuso de cinco menores en 2003, cuando trabajaba en la Fundación Municipal de Cultura. «Siempre estaba allí con los niños, organizando y participando en todo, incluso en las acampadas que hacen con los padres en verano para pasar la noche. Estamos con el corazón en un puño», aseguran. Exculpan, no obstante, a la responsable de la actividad, quien está «muy afectada por todo lo que está pasando porque ella sí que no sabía absolutamente nada y de saberlo no habría permitido que tuviera cualquier participación en los talleres por pequeña que fuese».

Los progenitores no fueron los únicos que mostraron su repulsa por lo ocurrido. La alcaldesa, Ana González, calificó de «terrible» el hecho de que durante los dos últimos años F. J. F. V. haya estado en contacto con niños. «La infancia es un colectivo que nos exige la máxima protección» y considera que se trata de algo «incluso más grave por estar organizada por colectivos cercanos a la política y al sindicalismo», en referencia a la vinculación entre la Asociación de Parados y la Corriente Sindical de Izquierdas (CSI). «Una vida sin violencia es un objetivo para toda la población, pero más para los niños», dijo, para señalar que al tratarse de una actividad privada, ajena a las competencias municipales, «deberían ser las propias familias las que podrían actuar».

La CSI mostró su «condena absoluta». «Siempre nos hemos puesto del lado de los más desfavorecidos y esta vez no va ser diferente. En este caso, es la infancia el sujeto más desprotegido y, además, el más inocente», señaló. Podemos Xixón exigió «depurar responsabilidades» y se solidarizó «con las familias que no sabían que habían dejado a sus hijos en semejantes circunstancias. Esperamos que se tomen todas las medidas necesarias para que esto jamás vuelva a ocurrir. Los niños y las niñas son lo más preciado de nuestra sociedad».

Mariti Pereira, presidenta del Centro de Atención a Víctimas de Agresión Sexual y Maltrato (Cavasym), que en su día ejerció la acusación particular contra el mismo individuo por los abusos sexuales a alumnas, considera «muy grave» que F. J. F. V. haya estado dos años participando en actividades infantiles.

«Todo el mundo tiene derecho a la reinserción laboral y a desarrollar una actividad, pero en casos de condenados por abusos sexuales a menores parece evidente que no pueden tener contacto alguno con niños. Supone un riesgo muy alto para la infancia», dijo Pereira. Y añadió: «Esperemos que durante este tiempo que estuvo de monitor infantil no haya pasado nada. Se está poniendo en riesgo a los menores, los gestores de la finca donde tienen lugar los tallares son responsables de lo que ocurre allí», abundó.

En 2004, el pederasta reconoció los hechos en el juicio celebrado en el Penal 2 y aceptó una condena de siete años y medio de cárcel. La fiscalía pedía trece. Reconoció haber practicado tocamientos a cinco menores de entre 9 y 14 años y haberles hecho fotos semidesnudas y en posturas obscenas cuando impartía clases extraescolares en centros educativos y en la Fundación Municipal de Cultura. Estuvo siete años interno en el centro penitenciario de Asturias y ahora tiene 62 años.