Atascos, setos y otras hierbas
De la ciudad preocupaba, sobre todo, la falta de iluminación, el colapso automovilístico y la vegetación en sus calles
No por consabidos los problemas que sufría Gijón hace medio siglo eran menos graves. Día tras día, EL COMERCIO adelantaba a sus lectores los entresijos ... de unas calles en las que fallaban las farolas, los coches se apretujaban en los carriles de unas vías saturadas y la decoración se subsumía en el olvido y el desdoro. Así de caótico se retrataba aquel Gijón muy distinto al de hoy. Hace exactamente cincuenta años, verbigracia, hubo atasco en la calle Leopoldo Alas, «con motivo de las obras de urbanización de la avenida de los Héroes del Simancas y calle Alarcón». Los coches debían encauzarse obligatoriamente por Leopoldo Alas, lo cual hubiera podido ser suficiente razón si no fuera porque, aún así, «nos parece demasiado ahogo el que se da en materia de tráfico en dicha calle». «Todo -explicábamos- porque en la misma pueden aparcar los vehículos a ambos lados y porque es una calle de dirección doble».
Más: en la calle Comandante Caballero y en el paseo de Palacio Valdés faltaban unos arbustos plantados días atrás. «Suponemos que habrá operación de replanteo, dado que la tierra ha sido removida; pero ya parece demorarse tal operación». Del Ayuntamiento, ni flores. Ni con ese ni con el asunto de las aceras, contadísimas como eran aquellas que presentaban «un aspecto moderno y funcional, un aspecto que solo comodidad ofrezca al peatón». «La tan cacareada 'operación aceras' que se planteó en su día no acaba de cristalizar», criticamos. Y ahí seguían. Con lamentable aspecto.
¿Algo positivo? Lo que transmitió, a los críticos redactores de nuestro diario decano, el alcalde de la ciudad: esa semana estaría, por fin, lista «la iluminación de varias calles en La Calzada y otras». Al menos, en Alejandro Farnesio Alonso de Quintanilla, Felipe II, Gran Capitán, Hernán Cortés, Juan de Austria, Magallanes, Núñez de Balboa, Pinzón, Carlos V y plaza de Fernando VI. Menos era nada. «No se nos ocurrió preguntar por la salud de las pérgolas», confesábamos, pero desde Alcaldía llegaban esperanzadoras noticias sobre la puesta en marcha de una nueva luminaria sobre el Muro. 'Piano, piano'.
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