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Carmen Álvarez es «una novata» en el uso de la silla de ruedas. Lleva apenas dos meses familiarizándose con ella y lo de subir y bajar de un autobús municipal «la verdad, no lo veo fácil». Esta mañana tuvo ocasión de entrenar las maniobras que tendría que realizar, una vez accede al bus, para situarse en el espacio reservado para personas con movilidad reducida. Ella fue la primera de las participantes en el taller práctico organizado en Gijón por la Unión de Discapacitados del Principado de Asturias (UMA) para «despejar miedos» y «resolver dudas». Un autobús eléctrico, de los últimos que se han incorporado a la flota de EMTUSA, fue el vehículo elegido para las prácticas. Un modelo de autobús con espacios más amplios y cómodos para quienes se desplazan en silla de ruedas, pero con una rampa de acceso que es «más corta» y que «a veces, queda muy inclinada», señaló Lorena Estrada, usuaria habitual del transporte público. Esa inclinación es tal que «si llueve, yo no puedo subir sola. Necesito que alguien me empuje la silla», le contó otra usuaria al gerente de EMTUSA.
«Soy consciente», reconoció Juan José Piniella, quien explicó que la solución es sencilla: «Hay que arrodillar siempre el autobús y arrimarse lo máximo posible a la acera». Y ahí, abundó, es básico que los conductores de EMTUSA no se encuentren con vehículos aparcados de manera indebida en las paradas de autobús.
A la «educación y empatía» del resto de usuarios de EMTUSA para ayudar a las personas con movilidad reducida y a quienes tienen uso prioritario de los asientos azules apelaron tanto Piniella como el concejal de Tráfico, Movilidad y Transporte Público, Pelayo Barcia.
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