Caracteres incompatibles
En el mundillo del corazón estalló la bomba: la famosísima Raquel Meller había solicitado el divorcio del escritor Gómez Carrillo
No es un invento de hoy el de las exclusivas, los bombazos informativos y las últimas horas en el mundo de la prensa rosa. Para ... muestra, un botón: hace estos días un siglo, a España llegó el escándalo, y lo hizo, como no podía ser de otra manera, de la mano de la más rutilante estrella de toda la piel de toro. Raquel Meller había pedido, según llegó, a golpe de telefonazo, a la redacción de EL COMERCIO, el divorcio del escritor Gómez Carrillo, con quien hacía solo tres años contrajera matrimonio. «Se fundamentaba el divorcio», dijimos en portada, por aquel entonces, «en incompatibilidad de caracteres»; es decir, en que la cancionetista y el escritor guatemalteco habían pasado de amarse y admirarse a llevarse mal.
Fue un visto y no visto. Meller ya era una estrella internacional cuando se casó con Gómez Carrillo, allá por 1919. Les engañaron los escenarios. Carrillo, de personalidad arrolladora, 'bon vivant' y aficionado a socializar, chocó en seco con el carácter de la Meller, introvertida a pesar de que las tablas la transformaran en leona y el celuloide, en 'vamp'. Otros testigos del romance negaron la mayor y definieron a la diva como una persona insoportable, a quien la fama había trastocado, «como gata salvaje», hasta hacer de la convivencia con ella un imposible. Sea como fuere, la cuestión es que a los tres años de casados la artista a quien Hernández Catalá definiera como «menuda y terrible; ojos de mar, carne traslúcida» pidió el divorcio.
Y Gómez Carrillo, muerto tan solo cinco años después de la separación, siempre lo lamentaría, a pesar de rehacer su vida, al poco, con Consuelo Suncín. «Era la única mujer que hubiera podido hacerme feliz», dejó dicho tiempo después. Aparentemente, la Meller, nacida Paca Marqués, no sintió lo mismo. No iría a su entierro, recuperaría su vida y triunfó por medio mundo hasta que el manto del olvido, voluntario o no, cayó sobre la figura de quien llegó a inspirar 'El último cuplé'. Cuarenta años sobrevivió la Meller al sonado divorcio. «Cuando se sienten ansias de infinito, el cariño no basta», diría ella para justificar la ruptura, poco después. Razón no le faltaba.
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