De 'cheches' y cafres
EL COMERCIO calificó con tales curiosos apelativos a los protagonistas de la enésima reyerta tabernaria en la ciudad
Si uno busca la definición en el diccionario de la RAE, se encontrará con que 'cheche' tiene una simpática polisemia. Por un lado, en el ... argot cubano, un 'cheche' es un «hombre bravucón, fanfarrón»; por otro, en Puerto Rico se usa la palabra para definir a un «jefe, director», a una «persona que triunfa». La cuestión es que, a tenor de lo publicado por EL COMERCIO hace ahora 125 años, aquí, en Asturias, a finales del siglo XIX nos acercábamos más al uso empleado de 'cheche' en Cuba. Porque cuesta pensar que pudiera aplicarse un sinónimo de 'triunfante' al protagonista del suceso que acababa de ocurrir «en el establecimiento de bebidas de la viuda de Morán, en Somió».
Fue, dijeron los papeles, «un hecho salvaje» en el cual se vieron implicadas, del lado de los 'malos', hasta ocho personas que, armadas «de navajas y palos, y en actitud amenazadora, preguntaron a las personas que se hallaban dentro» de la taberna «si estaban en el local ciertos sujetos que ellos buscaban». Si iban buscando gresca, como aparenta el asunto, los del 'chigre' hicieron por que no la encontraran -«contestáronles que no, y que no podía abrírseles la puerta»...- pero la decisión era firme, y se lió parda. «Comenzaron a romper cristales y a forzar aquella hasta echarla abajo, conseguido lo cual penetraron en el establecimiento, atropellando a cuantos había en el local y causando algunos desperfectos en la casa, que abandonaron después de persuadirse de que no estaban allí los que ellos creían encontrar».
Hubo contusiones, detenciones por parte de la Guardia Civil y, sobre todo, calificativos para un hecho que, con todo lo salvaje que aparenta, no fue recibido con sorpresa por EL COMERCIO. Aquella era, dijimos, «consecuencia lógica y natural de la impunidad en que quedan la mayor parte de las cafrerías que se cometen en las aldeas. Y como esta impunidad la traducen en miedo unos, y otros en que 'la cosa no vale la pena', el resultado es que los 'cheches' y los cafres siguen campeando por sus respetos y los hombres pacíficos tienen que estar en casa antes del oscurecer». En fin: el pan nuestro, y amargo, de cada día.
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