Ciego y con padres octogenarios en pleno confinamiento
A Pablo le ayudan a hacer la compra en las tiendas, Jorge combate su fibrosis quística a golpe de vinilo y Anany, con esclerosis, estrena robot de cocina
MARÍA CIDÓN KIERNAN
GIJÓN.
Martes, 21 de abril 2020, 01:07
El confinamiento en casa no es igual para todos, aunque la mayoría de personas comparten las mismas ansias de salir a pasear, retomar las rutinas y estar con amigos y familiares. Sin embargo, para quienes tienen alguna discapacidad como Anany Hayn, Pablo Bermúdez y Jorge López, el confinamiento implica otras limitaciones.
Pablo es ciego y vendedor de lotería de la ONCE en el centro comercial Los Fresnos desde 1995. Él vive con sus padres, ambos de 85 años. «Mis padres son mayores, son del grupo de riesgo, me toca a mí salir a comprar y ahí se me plantean los problemas», explica en relación al servicio de compra por internet y entrega a domicilio de los supermercados que durante el confinamiento no están siendo accesibles para personas ciegas.
A pesar de los inconvenientes, cada dos o tres días Pablo compra en las tiendas de cerca de casa. «En el barrio la ventaja es que te conocen, te facilitan la compra. Los vecinos también te ofrecen ayuda. Ahora la empatía y solidaridad está más a pie de calle», ilustra. Además, tiene la suerte de contar con 'Vid', su perro guía, al que saca a pasear tres veces al día. Para pasar el confinamiento, le gusta leer y las películas adaptadas.
La fibrosis quística es la enfemedad rara más común en personas blancas, causa problemas de absorción de grasas, desnutrición y «un deterioro progresivo de la función pulmonar porque las flemas te obstruyen y te puede dar infección», explica Jorge López, de 34 años. «Por mi patología, el médico casi me imploró que no saliera para nada. No me afecta mucho psicológicamente porque me gusta estar en casa», dice Jorge, quien vive solo y es autónomo, aunque ahora toda la actividad de su sector está parada.
Todos los meses, Jorge tiene que ir a a la farmacia del HUCA, pero por ser población de riesgo la Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica(Cocemfe) se puso en contacto con él para llevarle las medicinas a su casa. Antes del estado de alarma hacía ejercicio casi a diario. «Nos viene muy bien la actividad física, esa es una de las cosas malas de la cuarentena». De momento, lo que más echa de menos es recibir visitas de amigos. Para pasar el rato, se entretiene pinchando vinilos en la cabina que montó en su casa.
La terapia, desde casa
Anany Hayn es jubilada, tiene esclerosis múltiple y usa silla de ruedas. A sus 62 años, vive sola, aunque cuenta con dos personas que la asisten por turnos. En estos días, se entretiene cocinando con su nuevo robot de cocina, que compró justo antes del confinamiento, y viendo muchas series y películas.
«Yo salgo mucho. Bueno, salía», dice Anany con humor, para destacar que es una persona activa y que, como todos, ahora se tiene que quedar en casa. Por eso, ya no puede ir a su terapia física en el centro de Cocemfe de Viesques, que ahora sustituye con tablas de ejercicios en casa. Lo único que le preocupa es su tratamiento, que recibe cada seis semanas en el Hospital de Cabueñes. «Soy una persona inmunodeprimida, pero subiré con todas las medidas de seguridad y sola, para no exponer a nadie», avanza. La cuarentena, para todos ellos, presenta dificultades añadidas.