El colegio Rey Pelayo demolerá el 90% del suelo de la planta baja y reforzará el resto de la estructura

Así lo han explicado la concejala de Educación del Ayuntamiento Gijón, Natalia González, y el director de Obras Públicas y Proyectos de Ciudad, Pedro Guerrero, sobre el informe del colegio Rey Pelayo.

González, a este respecto, no se ha atrevido a indicar una fecha para la vuelta de los alumnos, ahora repartidos entre los colegios Escuelona y El Llano, aunque ha reconocido que es probable que las obras no estén concluidas al inicio del próximo curso escolar.

Ha indicado, asimismo, que están pendientes de que se celebre una reunión con la Consejería de Educación, en la que participarán técnicos de la Administración regional y local y en la que se determinará el grado de responsabilidad en la ejecución de las obras.

Ha incidido, ligado a ello, que habrá que ver cómo se conjugan también estas obras con las incluidas en el proyecto de remodelación del colegio presentado a una convocatoria de fondos europeos, con anterioridad al suceso ocurrido el pasado enero. Sí que ha matizado que en el proyecto europeo la propuesta era que las obras fuera compatibles con la actividad académica.

Guerrero, en su caso, ha explicado que seguramente habrá que demoler el suelo de la planta baja, si bien no en su totalidad, al haber partes del edificio más nuevas, que no datan de 1968, fecha de construcción del colegio.

Asimismo, en el resto del edificio habría que reforzar la estructura, como ya lo está uno de los porches que da contra la calle Severo Ochoa, en aquello que sean distancias largas entre pilares, no las cortas como pasillos.

Será necesario también reparar puntualmente los pilares que están en contacto con la zona de acceso principal del centro, que tiene como una jardinera que a lo largo de los años ha dado problemas de humedad que afectaba a la citada estructura. Ha aclarado que son reparaciones habituales de estructura que no conllevan «ningún trabajo especial ni específico». «No hay ningún peligro», ha agregado.

Guerrero ha señalado que hay otra serie de actuaciones reflejadas en el informe, pero que tienen más que ver con la propuesta que hizo el Ayuntamiento para la captación de fondos europeos de cara a la remodelación de este colegio, así como para dotar al edificio de una accesibilidad de la que carecía. Se trataría, en este caso, de un refuerzo que no proviene de una necesidad en sí, sino de una intervención futura.

Asimismo, ha precisado que si bien no se ha visto una situación igual a la del problema que ocasionó el derrumbe del suelo de un aula, se va a actuar de la misma manera en toda la planta baja como medida de precaución.

Por otro lado, se ha hecho un análisis de los niveles de seguridad del edificio, en el que se quiere modificar sus distribuciones interiores a futuro, de ahí que estos niveles se considere que deben aumentar para facilitar posteriormente el movimiento de tabiquerías.

Sí que ha señalado que había alguna zona en estado similar a la de la aula en la que se derrumbó el suelo. Unido a ello, ha remarcado que había zonas mejor ventiladas y otras peor, y estas últimas son las que se relacionan con la misma situación de la aula en cuestión.

Guerrero ha aclarado que, por el tipo de construcción, ese tipo de armadura, cuando hay corrosión, no da pistas, no empuja el hormigón. «Se te puede llegar a partir prácticamente sin que tú veas que está oxidada», ha asegurado.

Algo que es lo que ocurrió en el Rey Pelayo, al haber un estado «aparentemente latente» de humedad y continuo, originó esas roturas de esos elementos constructivos.

Pese a todo ello, ha sostenido que en este momento no tienen ningún dato del conjunto de la estructura, excepto el suelo de la parte de la planta baja más antigua, entre un 85 y 90 por ciento del total, que tenga que ver con los niveles de seguridad de la misma.

Ha matizado que los niveles de seguridad son «muy justos», pero con el refuerzo que se va a hacer lo que se pretende es aumentar estos para fomentar ese cambio de usos a futuro, no porque esté comprometida la seguridad estructural. Esto solo afecta a esa parte del suelo de la planta baja ya citada.

Ha apuntado, asimismo, que en los elementos no visibles era difícil detectar la afectación de la humedad. Además, ha adelantado que el Servicio de Arquitectura ya ha empezado un proceso de apertura de huecos en varios centros educativos, primero, para poder acceder y hacer una revisión de más calado en los forjados, y luego adicionar un nivel de seguridad con ventilación. Se quiere mirar, además, que edificios llevan las mismas estructuras que el Rey Pelayo.

Sobre ello, ha indicado que se ha iniciado un proceso de revisión en 16 colegios, que son los que han identificado que, por su fecha de construcción, pudieran tener los mismos forjados en situación similar, de mala ventilación, por ejemplo.

Por otro lado, Guerrero ha opinado que probablemente en el Rey Pelayo los trabajos tengan que empezar por la sustitución de los forjados, de los que ya se ha mirado cuáles son «rápidos de ejecutar y seguros» y, a partir de ahí, se haría el refuerzo del resto del edificio.

Ha señalado que todo ello requiere la redacción de un proyecto y la ejecución de la obra, para lo que se debe tener en cuenta los tiempos administrativos que eso lleva. Es por ello, que no ha aventurado una fecha de inicio ni plazos de ejecución.