Colegios para un referéndum
Corrieron ríos de tinta ante las votaciones para aprobar la Ley de Sucesión, que consolidaría a Franco como jefe del Estado
A casi una década del final de la guerra en Asturias, llegó el referéndum. El que, en julio de 1947, consagraría a Franco como jefe ... del Estado vitalicio y acreedor del derecho a escoger al líder que, bajo un régimen monárquico, le habría de seguir una vez ocurrido el «hecho sucesorio», eufemística coletilla que se incrustaría en el cerebro de los españoles hasta que finalmente, en 1975, tuvo lugar la muerte del dictador. Ante la cita -en la que también tuvieron derecho a voto las mujeres-, los periódicos se llenaron de loas al 'sí', que acabaría por vencer por un poco sorprendente 93% del escrutinio general. «El sí del ex cautivo», se publicó en portada de EL COMERCIO el 25 de junio. «Un sí es el apoyo sin reservas a la misión divina de la Iglesia», aseguraban voces desde el gobierno.
Con tintes, muchas veces -casi todas- aún guerracivilistas. «Un sí es la condenación de la antipatria, el horror a las checas moscovitas, la negativa a aceptar consignas de fuera, el desprecio a los traidores a España». Y más. «Un sí significa la confirmación y la continuación en las mejoras sociales; es la hermandad entre las clases, la fidelidad a los caídos en la Cruzada, y el reconocimiento y la exaltación del gran caudillo Franco, a quien el ex cautivo, personalmente, debe la vida».
A Asturias, concretamente, y a Gijón en particular, se dirigió Fernández Ladreda, habitual de estas páginas y de las actualidades de la ciudad hace 75 años. Lo hacía, sabedor de las simpatías que despertaba entre el vulgo astur -al menos, según transmitía la prensa-, que siempre, aseguraba, había estado «a mi lado en las duras luchas sostenidas en defensa de la Iglesia y de la Patria». Decía Ladreda que los asturianos debían convertirse «en paladines decididos y entusiastas de la Ley de Sucesión», para lograr «la aprobación más rotunda y unánime de las que seguramente alcanzará en las diversas provincias españolas. Vosotros sabéis mejor que nadie lo que luchamos y padecimos los asturianos en 1936 y 1936; fuimos los primeros que conocimos los horrores de los saqueos, las destrucciones y los crímenes».Europa había acabado su guerra. España, no tanto.
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