Emulsa probará con 750 familias la viabilidad de cobrar más a quienes menos basura reciclen
El sistema se basa en la venta de bolsas estandarizadas, las únicas que estarían permitidas para tirar residuos orgánicos y generales
IVÁN VILLAR
GIJÓN.
Jueves, 26 de agosto 2021, 00:32
Emulsa pondrá en marcha antes de finales de año una experiencia piloto para analizar si es posible implantar en Gijón un sistema en el ... que cada ciudadano pague una tasa de basuras variable, ligada directamente al volumen de residuos que no envíe a reciclar. «No es justo que quien esté concienciado pague lo mismo que quien no lo está», señaló el concejal y presidente de la empresa municipal, Olmo Ron, quien recordó que en Gijón la tasa de reciclaje aún está en el 37%, a pesar de que la Unión Europea había marcado para 2020 un objetivo del 50% que en los próximos años seguirá aumentando hasta llegar al 65% en 2035.
El gerente de Emulsa, Alfonso Baragaño, añadió por su parte que «la línea que nos marcan tanto en Europa como a nivel nacional es la implantación de estos sistemas de pago por generación». Y puso como ejemplo que la Ley de Residuos que se está tramitando en las Cortes ya hace referencia a que las tasas municipales deberían tender hacia estos modelos, al mismo tiempo que propone penalizar a los ayuntamientos con el pago de un impuesto de 40 euros por cada tonelada de basura que envíen al vertedero general (en el caso de Gijón son más de 80.000 toneladas al año). «La intención de Emulsa es anticiparse a algo que llegará por ley, como ya hicimos en su momento con la implantación de la recogida orgánica», añadió Baragaño.
El sistema que se probará en Gijón se basa en la venta de un modelo estandarizado de bolsas de basura, que sería el único admitido en los contenedores para residuos generales (gris) y restos orgánicos (marrón). La medida no afectará a los contenedores de envases, vidrio y papel, precisamente para fomentar que los ciudadanos separen este tipo de residuos y no los tiren al contenedor general. Según explicó Baragaño, la «bolsa negra» en la que muchos gijoneses aún tiran su basura mezclada está compuesta por un 35% de residuos orgánicos que podrían ir al contenedor marrón, entre un 10% y un 15% de envases, entre un 10% y un 15% de papel y cartón y un 5% de vidrio. Sacar de ella los restos de comida, latas, tetrabriks y botellas supondría que la bolsa tardaría más en llenarse y, por tanto, supondría el uso de menos bolsas a lo largo del mes.
Con la fórmula que se está estudiando habría una parte de la tasa de basuras que seguiría siendo fija y que incluiría la entrega a las familias, de forma gratuita, de un número aún por determinar de bolsas estandarizadas. Una vez las hayan agotado, tendrían que comprar más al precio que fije Emulsa. «Si ahora todo el mundo paga a lo largo del año 69 euros por el servicio de recogida de basuras, podría haber familias que pasen a pagar 60 y otras que paguen 100», señaló Baragaño a modo de ejemplo, si bien aún no hay datos predefinidos sobre cuantías, ni sobre número de bolsas por familia. De hecho, ni siquiera es seguro que el sistema se ponga en marcha. Todo dependerá del resultado de la experiencia práctica que la empresa municipal va a poner en marcha en los próximos meses y que servirá para analizar sus pros y contras, así como su propia viabilidad técnica y económica.
Captación de voluntarios
Para realizar este estudio, entre septiembre y noviembre se pondrá en marcha un proceso de captación de voluntarios con el que se espera poder reunir una muestra de 750 familias «que abarque lo máximo posible la diversidad y heterogeneidad de Gijón» y que no se limite por ejemplo a domicilios ya habituados a reciclar. Durante la prueba, que se centrará en dos barrios aún por determinar, los participantes no sufrirán ningún incremento de su tasa actual y de hecho Emulsa estudia posibles incentivos para animar a la participación, si bien también espera poder contar en el proceso de captación con la colaboración de las asociaciones de vecinos.
En cada uno de los barrios se instalará una máquina expendedora de «bolsas de prepago» donde se podrán obtener tanto las que ya van incluidas en la tasa fija como las que después necesite cada familia de forma adicional (durante el estudio también serán gratuitas, pero la máquina irá informando del coste teórico que tendrían). El jefe del servicio de gestión de residuos de Emulsa, Sergio de Lucas, explicó que estas máquinas tendrán una doble funcionalidad, pues al obligar al usuario a identificarse le permitirá acceder a datos sobre el número de bolsas usadas y una estimación del volumen de residuos generados a lo largo del tiempo.
Entre diciembre y mayo se monitorizará el comportamiento de los participantes y, a partir de los datos obtenidos, en junio «se sacarán conclusiones». Junto a la propia viabilidad del sistema, son muchos los aspectos a estudiar. Por un lado, el número de bolsas gratuitas que se darán a cada familia, que podría vincularse a variables como el tamaño del domicilio o si tienen niños o mayores que usen pañales. También el precio que se pondrá a las bolsas adicionales, aunque sí está claro que las dedicadas a restos orgánicos serán más baratas que las de basura general. Se analizará también si la compra se hará con cargo a la Tarjeta Ciudadana o se permitirán otras formas de pago y si además de en las máquinas expendedoras es conveniente vender las bolsas en comercios.
Alfonso Baragaño admitió que uno de los puntos más débiles de un sistema de estas características es garantizar que solo se tiren al contenedor las bolsas compradas a Emulsa. Aunque también se estudiará si hay alternativas tecnológicas para lograrlo, en principio se confía en la «voluntad de los ciudadanos» y «el control de la autoridad competente».
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