Espectacular argayu
Cerca de Candás, en la carretera que venía desde Gijón, se corrieron las tierras del monte 'La Formiga' a causa de las lluvias
Llovía, ventaba y el frío se calaba hasta los huesos el día en que EL COMERCIO publicó, muy a tenor de las circunstancias meteorológicas, un ... poema de Luis Aurelio que decía así: «Por entre viejas paredes / van las historias del viento. / Cuenta en torres antañonas / romances caballerescos, / y en ruinosos murallones / dice consejas y cuentos. / Tiene en la ojiva claustral / blando murmurar de céfiro / y en las ruinosas murallas / afila lenguas de cierzo / para narrar sus romances / en tono trovadoresco. / Por carcomidos desvanes / refiere chismes y enredos, / de celestinas y dueñas / y pícaros devaneos. / Historietas amorosas; / relatos que de otros tiempos / va dejando el ventarrón / con aires de consejero. / ¡Todos sabemos historias / que nos ha contado el viento!»
La cuestión es que, más allá de la inspiración para aquellos versos, no siempre el viento colaboraba para nuestro solaz. Si días atrás Veriña amaneció bajo una nueva inundación -y de qué manera: hasta sepultando bajo las aguas, recordarán nuestros lectores, a camiones enteros-, ahora nuevos daños venían a ensombrecer aún más una dificil salida del invierno. «El inmenso temporal de lluvias a que está sometida Asturias desde hace varias semanas», contamos hace hoy medio siglo, «está produciendo grandes daños y enormes dificultades al tráfico rodado en todas las carreteras de la región».
Unas dificultades que, añadidas a la proverbial falta de cuidado en las infraestructuras de aquellos tiempos y a los daños de días pasados, agrandaron el problema hasta límites insospechados. «Ayer, debido a estas lluvias, se produjo un corrimiento de tierras que cortó la carretera Gijón-Candás, ya cerca de esta última villa». Contaba EL COMERCIO que «el monte 'La Formiga' argayó sobre aquella y el acantilado inmediato», habiendo de desviarse el tráfico «por un camino que desde Perán conduce a Candás, a través del monte». Lo ilustramos con un reportaje gráfico de Vegafer e hicimos lo único que puede hacerse ante las inclemencias de un tiempo incontrolable: cruzar los dedos para que amainara cuanto antes. Ojalá.
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