ETA asesina a un coañés
El guardia civil José Manuel García fue asesinado de un tiro en la nuca cuando estaba con su esposa en una marisquería vizcaína
Tenía 43 años. José Manuel García Fernández, guardia civil natural de San Esteban de Coaña pero destinado desde 1983 en el País Vasco, se convirtió ... en la nueva víctima mortal de la banda terrorista ETA hace hoy cinco lustros, cuando «un hombre joven y de baja estatura penetró en el restaurante» donde García cenaba, en el pueblo de Ciérvana, «y tras acercársele le descerrajó un tiro en la nuca».
El asesino huyó posteriormente dentro de un Renault 19 de color gris, confirmando, con su acción, «la plena operatividad del 'comando Vizcaya', que había sido desarticulado en varias ocasiones anteriores». Así informaron las fuentes policiales, por entonces, a EL COMERCIO, que se volcó en el que ya era el tercer asesinato perpetrado por ETA en Vizcaya.
Otros dos agentes, un policía y un inspector de la Policía Judicial, habían sido asesinados en febrero y en abril; planeándose, además, una matanza por el método del coche-bomba «al paso de un furgón de la Guardia Civil» que, afortunadamente, no llegó a ser. El coañés, acompañado en aquella noche aciaga por su esposa, no pudo esquivar la mala suerte. Hombre de costumbres fijas, siempre que acudía a la marisquería El Puerto «se dirigía al final de la barra, pero mirando hacia la puerta de salida», afirmaron los parroquianos que solían verle por allí.
Abarrotada
Esa noche no fue una excepción. «El matrimonio atravesó el establecimiento, se dirigió al mismo lugar de siempre y pidió unas consumiciones. No pasó ni un cuarto de hora cuando un joven apareció en la puerta del local.
En ese momento, el establecimiento estaba abarrotado». Ni siquiera eso detuvo la barbarie. «Con sangre fría, sin moverse del sitio, sacó una pistola, apuntó a la cabeza del guardia civil y, según las versiones de varios testigos, le disparó un solo tiro». Uno solo, pero «mortal de necesidad».
«Al poco tiempo se personaron varias unidades más de la Guardia Civil, a la vez que se instalaba un dispositivo de búsqueda para localizar a los etarras», huidos ya, como alma que lleva el diablo en comandita, de Ciérvana. Asturias, y España, se vestía de luto.
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