La gran reyerta
La intervención de la autoridad en un suceso sin relevancia en Mareo cobró tintes de vodevil. Hubo tres heridos y pudo acabar en tragedia
Fue una reyerta más de las muchas que cada noche ocurrían por las tabernas asturianas, pero su magnitud y cercanía la hizo crediticia de aparecer ... en un destacado poco habitual en aquellos tiempos en los que EL COMERCIO solo contaba con cuatro páginas. Ocurrió que, en un chigre de «la aldea de Mareo, de la inmediata parroquia de La Pedrera», pintaron bastos. «Había tenido lugar un pequeño altercado, y al llegar la pareja de la Guardia Civil del puesto de Roces, encontró cerca de dicha tienda a dos individuos, uno de los cuales huyó precipitadamente».
Si 'excusa no pedida' es 'acusación manifiesta', más lo es una huida, cuanto más si es precipitada. Por ese motivo la Benemérita interrogó al único presente, Aquilino Rodríguez, de Granda, «acerca de la causa que motivaba la fuga de su compañero». Este «contestó en malas formas a la benemérita, que de improviso se vio agredida de palabra y obra por Aquilino, quien sacando un cuchillo hirió de un tajo en la cabeza al guardia Indalecio Arias Núñez, que cayó al suelo, donde el agresor le acometió de nuevo, causándole más heridas en la cara». Pronto lo que no hubiera pasado de ser un rifirrafe sin importancia ni transmisión en la prensa local adquirió tintes criminosos.
Cuchillada en el cuello
Y a peor, porque «al ir el otro guardia, Juan Ángel Fernández, a auxiliar a su compañero, recibió una cuchillada en el cuello, de centímetro y medio, que también le derribó». Entonces, el otro guardia, Indalecio, «hizo fuego sobre su agresor, hiriéndole en un brazo, consiguiendo además apoderarse del cuchillo que este manejaba». En esas, volvió el huido. Víctor Cuervo, de Ceares. Con un revólver con cinco balas que, afortunadamente, no llegaron a dispararse. Los guardias, desarmados y sin tricornio -este, y el fusil, se cayeron al suelo- encontraron cobijo en la taberna de Mareo, y Aquilino en otra de El Llano, donde pasó la noche... disfrazado con el tricornio y portando el fusil que sus rivales habían perdido. Se presentó a la autoridad cuando se le pasó la borrachera. Ya sin disfraz. ¿Y Cuervo? Adivinen: volvió a huir, como era su costumbre. Un auténtico vodevil.
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