«Quédate quieto que parte del edificio puede caer»
La intervención de Noelia y su compañera fue crucial para que Vicente Moirón se calmara y esperara por la llegada de bomberos y policía, que fue inmediata
I. VILLAR / M. MENÉNDEZ
GIJÓN.
Jueves, 6 de enero 2022, 01:08
Noelia y su compañera, dos trabajadoras de Emulsa, les había tocado en la mañana de ayer estar en las inmediaciones del colegio San Vicente de Paúl y su presencia fue fundamental para que Vicente Moirón, uno de los trabajadores afectados por el accidente, saliera casi indemne del trance. «De repente, oímos como algo que explotó, empezó a dar voces un señor y la parte de atrás del interior del edificio se cayó. Él se quedó atrapado en la ventana y empezó a gritar 'David, David' (su yerno)». Ahí empezó la actuación decisiva de ambas trabajadoras. Mientas Noelia llamaba a los Bomberos, «mi compañera le decía que no se moviera, porque la parte de arriba del edificio estaba agrietado y se le iba a caer encima».
No era nada fácil, dado el estado de nerviosismo del trabajador. «El peligro era que tratara de saltar. Yo le decía que se quedara quieto, que se tranquilizara, porque ya venían los bomberos. Pero él se enfadó porque había gente que estaba filmando».
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Rápidamente llegaron los Bomberos y la Policía Local, que acordonaron la zona. «El hombre salió bien, por su propio pie. Luego rescataron a otro compañero (Camel) que sí que estaba más nervioso. Eran dos nada más. El miedo del chico es que el compañero estuviera debajo de los escombros, porque le llamaba y le llamaba y no le contestaba», explicó Noelia, quien apuntó que «cuando vio que había llegado la Policía Local se tranquilizó». Y es que los dos hombres tuvieron suerte de encontrarse en la zona de la esquina del edificio, porque en la zona más interior «fue donde cayó el techo, que te aplasta».
El suceso le ocurrió prácticamente en casa al propietario de la pastelería Punto Caramelo, ubicada en la calle Caridad, esquina con Ezcurdia. «Solo escuché un ruido y empezaron a caer escombros. Fue un ruido de caída, no una explosión». De inmediato, se asomó a la calle para ver qué sucedía y vio «a un señor en la ventana. Luego, los bomberos cogieron a un segundo que no sé dónde estaba y después se pusieron a buscar a dos más». Fue una de las personas que llamó a los servicios de emergencia y dio gracias a que «era una tranquila sin mucha gente en la calle». No obstante, el negocio vio algo alterado su funcionamiento. Habían estado toda la noche haciendo roscones de Reyes y, gracias a que la Policía Local habilitó un paso en la zona acordonada, pudieron despacharlos a sus clientes» algunos de los que habían elaborado.
Tras el rescate, besó el suelo
Yalia Escobar es vecina de la calle Ezcurdia y relató que el ruido que escuchó fue «como si estuvieran vaciando un contenedor de vidrio» pero relató que hubo un segundo desplome del forjado. Cuando los dos trabajadores fueron puestos a salvo, «uno estaba bien y el otro estaba mucho más nervioso. Cuando llegó al suelo lo primero que hizo fue besarlo. Y empezaron a llamar por teléfono como si hubiese más personas dentro».
Desde la calle Ezcurdia estaba observando el edificio Antonio Flórez, un aparejador que se dedica a la inspección técnica de edificios. A la vista de cómo estaba el inmueble, cree que la causa del derrumbe pudo haber ido el agua: «Por la acción del agua, estos elementos estructurales tan antiguos pueden estar debilitados». Hizo especial referencia a una fisura claramente visible en la esquina del edificio, «que indica que hay una patología previa y parece que se va abriendo un poco más cada vez». Flórez remarcó que los bomberos, además de tratar de localizar los dos cuerpos que permanecían desaparecidos, también se afanaban en «aligerar la carga para evitar el colapso del forjado de la tercera planta».