«Hubo muertes en casa de gente que no vino al hospital por miedo al virus»
Herminio Martín Villacorta | Nuevo jefe del servicio de Urgencias de Cabueñes ·
«Estamos recuperando la presión asistencial habitual. Se ven más casos de traumatología porque la gente sale y sufre caídas y accidentes»LAURA MAYORDOMO
GIJÓN.
Domingo, 27 de junio 2021, 01:37
A Herminio Martín Villacorta (Cornoncillo de Valdavia, Palencia, 1953) le preguntan sus compañeros que por qué no escribe un libro con sus vivencias. Él, ... de momento, no lo ve claro. Tendría tanto que contar que «no sabría por dónde empezar ni por dónde terminar». El segundo de los cinco hijos de una familia de origen rural que se matriculó en Medicina en la Universidad de Oviedo porque la cola para hacerlo en Química, su intención, daba la vuelta a la manzana y él tenía prisa por llegar a una cita, atesora cientos de anécdotas. Fue médico de Atención Primaria en varios concejos del occidente, donde también ejerció como forense, y trabajó 21 años en el Hospital de Jarrio. A Cabueñes llegó en abril de 2010. Hace tres años que podría estar retirado. Pero eso tampoco entra en sus planes. «Primero porque me encuentro bien y segundo, porque no me veo jubilado. Al paso que voy, sigo aquí hasta los 70», bromea.
-No solo no se fue cuando comenzó la pandemia, pudiendo hacerlo, sino que en lo peor de la misma, en la segunda ola, se puso al frente del servicio de Urgencias de Cabueñes.
-Sí, tengo 68 años así que me podía haber jubilado hace tiempo, pero me chupé la pandemia voluntariamente. Me gusta la guerra (risas). En serio, creo que cuando las cosas vienen mal dadas hay que estar ahí. Voluntariamente me metí también en la jefatura del servicio, convencido de que las cosas se podían hacer bien. En eso ayuda la colaboración de mis compañeros, que es total, y el trabajo que realizó mi antecesora, Macarena Corominas. Fundamental. Como también lo fue todo el trabajo que hizo Ana Velasco en el tema del covid hasta que se marchó como directora al Hospital Álvarez-Buylla.
-El de Urgencias fue uno de los servicios que sin duda más acusaron la pandemia, ¿no?
-Sí, como digo yo, los 'porteros' que somos los de Urgencias, junto con los de Medicina Interna, UVI y anestesistas. Pero en el momento en que Cabueñes se transforma en 'hospital covid' aquí colaboró todo el mundo. Todos estábamos involucrados.
-¿Ocurrió como en otros hospitales? ¿Tuvieron el refuerzo del personal de servicios quirúrgicos?
-Sí, fue importantísimo. Si no, no hubiéramos podido con ello. Recuerdo que los pacientes nos venían por oleadas. La segunda ola fue terrible, tremenda. Menos mal que ya teníamos la experiencia de la primera y estábamos mejor preparados, organizativamente y en cuanto a los EPIs, porque los del principio eran de risa.
-Vivido desde dentro, ¿cuál fue el peor momento?
-Lo peor fue que no teníamos dónde ver a los pacientes. Hasta que no se abrió la planta cero y se terminó la obra para ampliar el área de Urgencias, que se hizo en tiempo récord, fue tremendo. Además, la plantilla era la que era y teníamos que dividirnos para poder atender todos los puestos. Luego se abrió el hospital del recinto ferial, las carpas con el puesto de apoyo, el Credine... y eso contribuyó a mejorar la situación.
-En el otoño, las Urgencias se colapsaron. Hubo pacientes que aguardaban más de 48 horas para subir a planta.
-Fue un cúmulo de circunstancias. El retraso en el ingreso en planta era una consecuencia directa de la falta de espacio
-¿Cómo lo llevó el personal? ¿Acusaron la fatiga pandémica?
-Cuando estás trabajando quizá no lo notas tanto porque estás en el fragor de la batalla. El problema viene cuando paras. El sacrificio para el personal fue enorme. Cambiamos el sistema de guardias por el de turnos, que suponía más trabajo y más horas. Estar más días en el hospital equivalía a más exposición al virus y mayor riesgo y eso sin duda aumentaba el estrés.
Más graves
-¿A lo largo de la pandemia han constatado el miedo de la gente a acudir al hospital por temor a contagiarse de covid-19?
-Sí. Y desgraciadamente ha habido muertes en casa de gente que no vino al hospital por miedo al virus. Lo vimos en la primera ola y también en la segunda: la gente que venía a Urgencias lo hacía en un estado más grave.
-Ahora, sobre todo al decaer el estado de alarma y no haber toque de queda, ¿todo ha vuelto a la normalidad?
-Digamos que a una cierta normalidad. Estamos recuperando la presión asistencial habitual. No se llega aún a las cifras de 2019, pero andamos en unas 200 o 250 urgencias al día. Los lunes, como habitualmente ocurría, siempre son el peor día y puede haber incluso más.
-¿Qué casos están viendo más ahora?
-Todo en general. Las patologías han aumentado de una forma proporcional a lo que estábamos viendo antes. Pero sí que, al salir más de casa, hacer actividad y demás, se ven más casos de traumatología porque la gente sufre caídas, accidentes... Las personas mayores que han estado tanto tiempo en casa encerradas presentan problemas de osteoporosis, fracturas de cadera...
-¿Y casos de intoxicación etílica ahora que los jóvenes han recuperado las noches?
-Pues no. Las borracheras solían llegarnos más de madrugada, no tanto al principio de la noche. Y yo creo que en eso ayuda el cierre anticipado de los locales de ocio, que hay un mayor control de los botellones y que no haya fiestas de prao, que es donde suele haber más desmadre.
-¿Ha vuelto también ese perfil de paciente que acude a Urgencias con cuadros banales?
-Sí, el de las urgencias que en realidad no lo son. Ese perfil de gente que abusa lo hubo toda la vida y sigue habiéndolo, claro. Pero, qué quiere que le diga, prefiero que vengan diez de esos y que nueve no tengan nada a que uno, por no molestar, opte por quedar en casa y acabe falleciendo.
-¿Usted se ha contagiado de la covid-19?
-Sí, pero ni me enteré. Lo supe cuando en enero, antes de vacunarnos, nos hicieron una prueba de serología.
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