Una nueva forma de viajar
En Gijón se consolidaba un nuevo modelo de turista: estancias cortas pero repetidas en el tiempo, y que no dormía en hoteles
Los tiempos cambiaban, máxime cuando el siglo XXI picaba ya al timbre y estaba a solo un lustro de entrar por la puerta grande a ... nuestras vidas. En el verano de 1997 supimos, por medio de la encuesta turística de Gijón, que los gustos del turista y este mismo estaban cambiando. Y, con ello, el futuro del sector. Era el turista de 'fin de siècle' uno «accidental, ya que el promedio de la estancia en la ciudad es de un día para el 42% de las personas encuestadas (...) Un 28% llega a estar entre dos y siete días, mientras que la proporción desciende al 14% si se quiere buscar estancias que vaya más allá de los diez días».
Menos tiempo en la ciudad, pero mayor gasto medio... o no. «La interpretación del mismo es discutida», reconocíamos. Para los hosteleros, «Gijón no acaba de tener turismo de calidad y con un presupuesto vacacional elevado». Para la Sociedad Mixta de Turismo y Festejos, en cambio, «el tipo de visitante que elige Gijón gasta más cada día porque no opta por los viajes organizados»; es decir: el turista del siglo XXI viajaba por su cuenta. Y se alojaba, además, preferentemente en hoteles de dos y tres estrellas, si bien «el porcentaje de las personas que van de paso o que se alojan en domicilios de familiares o amigos es inmensamente más alto».
Hasta un 72% de los turistas, ahí es nada, optaban por esa opción. «Y es que el alojamiento es el principal capítulo en los gastos del veraneante, algo más cada año que pasa. En 1996, este promedio se calculó en 6.209 pesetas por persona y día. El 16% de los encuestados afirma gastar menos de 3.000 pesetas» -menos de los 20 euros de hoy en día, ¡quién lo pillara!- «cada día, el 17% sitúa el coste diario entre 3.000 y 5.000 pesetas y el 31,9%», es decir, la mayoría,« sitúa este coste entre 5.000 y 10.000 pesetas». Era nuevo, sí, pero muy variado en gustos y en colores aquel nuevo turista que procedía, mayoritariamente -en un 27%- en Madrid, y que venía buscando «el paisaje, las playas, la gastronomía y la gente», y hasta el clima en último lugar, del norte. 25 años nos separan hoy de aquella realidad. El turismo, como todo, no para de cambiar.
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