Una nueva vocación
En la capilla del Asilo de Ancianos Desamparados profesó sus votos perpetuos una nueva religiosa, sor Piedad San Julián
Hubo, especialmente, gran solemnidad. O así, al menos, describió EL COMERCIO el acto por el cual tomó los votos perpetuos, hace ahora 75 años, la ... religiosa sor Piedad San Julián López Ruiz, en la capilla del Asilo de Ancianos Desamparados y con asistencia del obispo de la Diócesis, don Benjamín de Arriba. Este vino expresamente a Gijón para asistir al acto, pronunciando, en el mismo, «una conmovedora plática» aderezada, en lo visual, con gran asistencia de público -la capilla hizo el lleno total-, «viéndose allí, además de los ancianitos asilados, gran número de favorecedores de aquella santa casa».
«Fue madrina de la religiosa en el acto de profesión de votos la distinguida señorita gijonesa María Lourdes González Buhigas», como ya adelantáramos dos días atrás, «y ofició la misa solemne, que se hizo antes de la toma de votos, el párroco de San Lorenzo, reverendísimo señor don Julián Rimada, asistido por el señor coadjutor de la misma parroquia, don Ángel Uncal, y del sacerdote don José Menéndez, actuando de maestro de ceremonias el capellán del Asilo, don Valentín Sainz». El coro de las Hermanitas fue el encargado de cantar la misa, y lo hizo, según el cronista, «con gran afinación, pulsando el órgano el notable y veterano organista don Ignacio Uría».
Sin más sorpresas, el obispo se dirigió al respetable explicando «lo que representa el acto y del significado de los votos, deteniéndose especialmente a señalar el carácter del que corresponde a la obediencia. Recordó cómo la religiosa abandona para siempre las cosas de este mundo, familia, todo. ¿Y para qué? ¿Para cambiar de afectos? No. Para entregarse por completo a Dios». Hoy habría una más, buena nueva para el obispo, quien terminaría marcando «cómo en estos momentos en que el vicio y la corrupción invaden el mundo hay almas sanas, muchas almas santas que edifican con su vida ejemplar».
Se acabó con un Te Deum -también solemne- y comida especial para los ancianos, que ese día tomaron los postres «y un delicado lunch» costeado por González Buhigas. Había que celebrar.
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