«Somos un barrio resiliente, no una isla»

El barrio más joven de Gijón, con 5.431 habitantes (el tope establecido es de 11.300), de los que 1.112 son menores de 14 años y 458 menores de 4 años. En una extensión de un millón de metros cuadrados que lucha por que desaparezca el aislamiento en el que viven respecto a Gijón. «No somos una isla, somos un barrio resiliente».

¿Ventajas de vivir en Nuevo Roces? «La amplitud de espacios y de zonas verdes, algo que se ha visibilizado aún más durante la pandemia. Ademas, el aislamiento hace que seamos un poco pueblo y nos conocemos todos». En esta lista también aparece la accesibilidad, ya que las amplias aceras y la construcción de las viviendas están pensadas para personas con movilidad reducida. «Esto hay que subsanarlo en los comercios, que hay peldaños que dificultan el acceso». El barrio entronca con la zona rural, lo que le libraría de contaminación atmosférica de no estar rodeado de vías rápidas, que añaden la contaminación acústica como su más incómodo vecino. «Estamos cerca de la autovía minera y de la ronda, lo que provoca muchos ruidos que podrían evitarse como venimos reclamando». Porque la realidad es que en Nuevo Roces, anotan, se escucha el cantar de los pájaros.

No todo son alegrías. Faltan servicios públicos, las comunicaciones con Gijón son malísimas, ya que hay que salir a rotondas saturadas y no hay vías que agilicen las salidas. «El famoso túnel que se iba a hacer y que comunicaría con Gijón ha quedado aparcado, ahora dicen que es caro».

Y en esta carencia de moverse prosiguen las peticiones para las líneas de autobús. Han conseguido que circulen la 15 y la 20 y hay una tercera que llaman «el autobús fantasma», la 35, que dicen nadie la ha visto. «Para la concejalía de Movilidad no somos una prioridad pese a ser el barrio con mayores problemas de conectividad de la ciudad. Nos sentimos incomprendidos. ¿Cómo es posible que pase al lado la línea 16 y no entre en el barrio? ¿O que para llegar a la Laboral tardes 50 minutos en bus y 7 en coche? Es un barrio joven, con una media de edad de 36 años (concretamente, 3.000 están entre los 30-49 años, con educación medioambiental pero no se ponen facilidades». Tampoco hay farmacia ni bancos ni cajeros, «a pesar de que aquí todos están con hipotecas».

Dicen que es un barrio «hecho a trompicones», pero su espíritu activo no decae. La pandemia ha parado momentáneamente sus actividades que abarcan desde talleres para niños, hasta actividades físicas, fotografía y charlas sobre temas de actualidad como la ley de eutanasia, el testamento vital y el consumo energético. «Retomaremos todo en cuanto se pueda».

Sea como sea desde mañana y hasta el domingo se conmemorará que hace «10 años+1 llegaron los primeros pobladores a Nuevo Roces», y lo harán con la presentación de una revista que acaba de nacer 'Una década prodigiosa', a lo que seguirá teatro infantil, exhibiciones deportivas, actuaciones musicales y un monólogo acerca del barrio a cargo de Alberto Rodríguez.