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Miércoles, 2 de noviembre 2022
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Difícil para un adulto asimilar la sinrazón de la muerte de una niña a manos de su propia madre, pero más complicado aún para alguien de su edad. Las primas de Olivia y la hija de la pareja actual del padre ejemplificaron ayer el dolor por el crimen de la pequeña en la concentración de repulsa que se celebró en Torrecaballeros, el pueblo de Segovia donde vive la familia paterna. Arropados por centenares de vecinos Eugenio, el padre de la niña, sus abuelos, Mari Carmen y Eugenio, su tía Inma, así como el resto de familiares, recibieron un abrumador aplauso con el que despidieron «a la pirata». Así llamaban en casa a la pequeña.
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Su padre, roto, pero con una entereza que sorprendió a sus propios vecinos, agradeció las muestras de cariño recibidas desde que supo que su expareja había asesinado a la niña. «El viernes, cuando la fui a buscar al colegio, le prometí que la traería a casa. Pero la promesa la hemos cumplido a medias. A casa vuelve, pero nunca creí que fuese así. Ahora sí se va a quedar siempre con nosotros...», decía Eugenio cuando el pueblo rompió en un un interminable aplauso.
Si al mediodía recibía el calor de multitudes en Torrecaballeros, por la tarde, después del sepelio, el cariño y apoyo le llegaba a diez kilómetros, en Segovia capital. Allí unas 400 personas, muchos de ellos niños, amiguinos de Olivia, guardaban cinco minutos de silencio en repulsa por el crimen.
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Tras una pancarta con fotos de Olivia «sonriente como siempre» estaban varios de los representantes de la Asociación Custodia Compartida, con quien Eugenio García compartió en los últimos años muchos sinsabores y quebraderos de cabeza por su litigio en el juzgado para conseguir la custodia. «Por fin íbamos a ser una familia normal, con su madre, mi mujer María, su hermana Elsa (hija de su pareja), porque a los efectos era su hermana y ahora está destrozada, nos ha destrozado a todos», explicaba ante los presentes Eugenio, quien pese a que su vida ha saltado en mil pedazos en ningún momento en los últimos días ha perdido las formas ni tampoco la oportunidad de agradecer el apoyo a todo aquel que se le ha acercado. «Es de otra pasta, se nota que lleva muchísimo pasado...», comentan sus conocidos.
«Va contra natura, una madre cuida de sus hijos, ¿en quién vas a confiar con seis añitos si no es en tus padres?», se preguntaba en alto Eugenio García. «No puede volver a pasar esto, esto es una auténtica salvajada, un sinsentido... A un accidente le encuentras una explicación, pero esto te lo llevas a la tumba para siempre... No entra en la cabeza de una persona razonable, esta gente tiene que estar apartada a la sociedad, no se puede juntar con la gente de bien», añadía.
Ayer por la mañana emprendió el viaje más duro de su vida desde el Instituto de Medicina Legal de Oviedo con el féretro de la niña. «Le pude dar el último adiós, le pusimos un unicornio y también una almohada en los pies, como a ella le gustaba viajar para estar cómoda», concluyó.
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