«Quieren quitarnos los autocares para acabar cerrando el colegio de Montiana»
A la familia de Bárbara Rodríguez le cambiaron la parada escolar y le obligan a recorrer 700 metros por un camino en cuesta, ida y vuelta, mañana y tarde
Bárbara Rodríguez no quiere ni imaginarse cómo será el próximo invierno si, como pretende el Consorcio de Transportes de Asturias, cada jornada escolar se ve obligada a desplazarse 700 metros por un camino en cuesta, ida y vuelta por la mañana y lo mismo al mediodía, hasta la carretera general para que sus hijos puedan coger el autobús que los lleva al colegio de Montiana. «Me imagino en pleno invierno, noche cerrada, subiendo y bajando con los cuatro niños y el carricoche y sin iluminación... Y como llueva ya ni te cuento».
La suya es una de las cinco familias afectadas por un cambio que disgusta al propio centro, que ya ha remitido varios escritos al consorcio y a la Dirección General de Planificación. Ella tendría que hacer ese camino con Izan, de 11 años, Hugo, de 7, Marcos, de 5 y Manuel, de apenas dos meses y medio. «Pretenden que bajemos hasta la carretera general: me mandan dejarlos por la mañana y a la vuelta los dejarían en la acera de enfrente, con lo cual tendríamos que cruzar en una curva con visibilidad cero». El lugar, salta a la vista, «es peor hasta para que pare el autocar, porque si baja otro coche no lo ve».
No es el único peligro de la zona: «En los alrededores hay un río sin vallas ni nada y en invierno hay hasta jabalíes y la zona está totalmente oscura». Explica, además, que su hijo mediano es asmático y no puede exponerse de esa forma a las inclemencias del tiempo. «Temo que acaben estando más tiempo en casa enfermos o incluso en el hospital que en el propio colegio».
Iban a recogerlos en casa...
«Con el bebé es mucho más complicado. Mi marido trabaja y tengo que arreglármelas con mi vecina, Aida Saiz, que tiene una hija a la que acaban de inscribir: cuando se matriculó también le dijeron que la recogerían en casa y ahora le mandan bajar a la general», reprocha. «Tampoco respetan los horarios. Lo mismo pasa a menos cuarto que a en punto». El miércoles, sin ir más lejos, llegó tarde porque «tuvieron que hacer dos viajes: primero dejaron al resto de niños y luego volvieron al colegio a por los míos, porque no cabían todos. Y se olvidaron de que salían a la una en lugar de a las dos».
Hace tres años que se mudaron a Poago desde La Calzada. «La condición para cambiar a los niños de colegio era que el autocar los recogía en casa, porque si tengo que caminar tanto casi me merece más la pena coger el bus y llevarlos a su antiguo colegio», expone.
«El colegio es muy bueno, estoy encantada con él y es increíble lo bien que van. No tienen la culpa, pero si nos ponen tantas pegas con el transporte al final buscaremos otras opciones». Asegura que pidieron explicaciones y «nos dijeron que el camino era peligroso, así que les contestamos que más lo es para nosotros si tenemos que hacerlo caminando». Entonces, prosigue, lo achacaron «al gasto de gasolina». «Si el problema es ese, estoy dispuesta a pagar una cantidad al mes».
Pero sospecha que tras estos cambios está la intención de disuadir a las familias de matricular a sus hijos en el centro. «Al quitar los autocares escolares lo que buscan es cerrar el colegio, pero el mínimo son 15 niños y hay 25. Dicen que quieren impulsar el mundo rural, pero solo nos ponen trabas», se quejan. Las familias están dispuestas a dar guerra y se plantean organizar protestas en los próximos días.