«La pasión se transmite en la sangre»

850 gijoneses se echaron ayer a la calle para ofrecer su energía y compromiso con la donación. Un cometido que anualmente salva decenas de vidas en todos los puntos del país. Lo hicieron a través de la quinta edición de la carrera Dona Vida, organizada por el Centro Comunitario de Sangre y Tejidos de Asturias y que, poco a poco, ya se asienta como una de las citas esenciales para los atletas de la región.

La cita, que contó con la colaboración de EL COMERCIO, reunió tanto a corredores profesionales como aficionados. Una de estas últimas, María Álvarez, se mostró muy ilusionada momentos antes del inicio de la carrera, subrayando la necesidad de que la ciudad se vuelque con este tipo de iniciativas solidarias. «Solo con diez minutos donando se pueden salvar vidas, eso hay que interiorizarlo. En mi caso no soy la más atleta de Gijón, pero la pasión se transmite en la sangre y como donante habitual no podía dejar de venir aquí», subrayó la corredora.

Este entusiasmo quedó patente desde la salida de la prueba, que se inició a las 11 horas desde la playa de Poniente, hasta la llegada de las tres últimas corredoras. Los más rápidos en completar el recorrido fueron dos profesionales con muchos kilómetros en las piernas.

Así, el mejor tiempo lo marcó en categoría masculina Raúl Álvarez Bengoa, que completó los ocho kilómetros en apenas 24 minutos y 56 segundos. Este es su tercera victoria consecutiva en la carrera. «Es una gozada y un orgullo porque una causa así bien lo merece. El trato de la organización es excelente y es el primer hat-trick que hago, así que muy contento», reconoció. Claudia Junquera, que representará a España en el próximo Europeo sub-23, fue la más rápida de las mujeres, con una marca de 30 minutos y 25 segundos.

Pese a no competir en la carrera, una de las principales protagonistas de la jornada fue la pequeña Valeria Villar Díez. Para ella fue el Premio Especial Dona Vida 2018, el primero que se concede a una persona que no participa en la carrera: tendrá que esperar hasta los 16, edad mínima exigida para competir.

«Nuestra premiada ha tenido la mala suerte de tener que lidiar desde los dos meses con unas manchas en la piel que más tarde se transformarían en un tipo de leucemia», explicó Pablo Mata, uno de los impulsores de la cita.

Después de encontrar un donante de médula y someterse a la operación la pequeña Valeria «hace ahora una vida normal, como una más. Premiamos su lucha y coraje. También a sus apoyos, a su entorno familiar que sufre como propio el diagnóstico. Y, por supuesto, a los donantes», concluyó Mata.