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Aunque pueda parecer que se trata de la plaza Mayor de alguna ciudad andaluza, por ese blanco tan del sur, nada más lejos de la realidad. Se trata de Gijón y del cambio temporal en su fachada mientras se realizan las obras de repintado, aún en pleno proceso de ejecución. El deterioro que presentaba llevó al Ayuntamiento a contratar, por 48.000 euros, unos trabajos de reparación que encaran su recta final. La capa de imprimación blanca que ahora luce, deja una imagen que choca a muchos gijoneses, por lo que la mayoría se alegra de que solo sea una transición momentánea hasta que el tradicional rojo vuelva a cubrir las paredes.
«Este color es la base para volver a pintar luego encima el conocido como 'rojo Gijón'», explica Carlos Moro. La tonalidad transitoria no le convence a este gijonés. «Somos de Gijón, es un color típico y ya muy conocido. Además, luce muy bien. No es un rojo chillón, es más bien suave y hace un efecto muy bonito», argumenta.
Un color que hace la plaza Mayor «más majestuosa», comenta Irene Duarte desde el propio espacio en el que se encuentra con su hijo, Nicola Lanza. «¿Pero se va a quedar blanco?», pregunta Lanza a este periódico. Al conocer que no, respira aliviado. «El color rojo me pega más con la ciudad y con el escudo. El del Sporting, por su puesto».
Una de las razones por las que no acaba de convencer el aspecto actual es la durabilidad. «El blanco es mucho más sucio», señala Elisa Serrano. Otro factor es la costumbre y esa necesidad de abrazar lo tradicional. «El blanco es más veraniego de cara a la próxima estación», apunta Begoña Camps. «Pero el tono rojo me gusta más. Es lo de siempre», añade. María Dolores del Sol está de acuerdo. «Hay que conservar las cosas antiguas, ¿por qué cambiar el color si el rojo está bien?», plantea.
A otros, sin embargo, este cambio temporal les gustaría que fuera definitivo. «Blanco», responde Daniel Arturo sin dudar. «Me parece que es más limpio y que da mucha más amplitud a la plaza. Por mí que la dejaran así». Emilia Valle mira atenta la plaza Mayor. «Me encanta», atina a decir a EL COMERCIO. «El blanco da mucha alegría, sobre todo de cara al verano», justifica. Además de que le gustaría que se mantuviera así, añade que sería «ideal» si pusieran «alguna que otra planta».
En el Ayuntamiento no ocultan que se llegó a analizar la posibilidad de un cambio de color, aunque recuerdan que las edificaciones que rodean la plaza Mayor cuentan con una protección especial como parte del conjunto histórico de Cimavilla, que está declarado Bien de Interés Cultural. Eso conlleva que cualquier mínimo cambio requeriría del visto bueno de Patrimonio del Principado. El blanco seguirá unas dos semanas más, mientras se procede a la limpieza de la piedra. Luego, llegará el rojo previo antes del definitivo.
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