Puerta con puerta con el Daesh en Gijón
Los vecinos de La Calzada de Abdellah Ouelji viven el caso como una pesadilla | «No podemos creer que en este edificio hubiera una antena al servicio de los yihadistas», lamentan tras conocer que el joven pasará cinco años en la cárcel
OLAYA SUÁREZ
GIJÓN.
Domingo, 3 de junio 2018, 01:11
El 14 de julio de 2016 contemplaban horrorizados en la pantalla de sus televisores la masacre del atentado yihadista que dejó en Niza 85 muertos y más de 300 heridos. Los kilómetros de distancia mitigan el impacto de la realidad. Los problemas lejanos parecen menos problemas. No sabían, sin embargo, estos vecinos de la calle Venezuela, en La Calzada, que tenían la atrocidad justo al lado. Y que convivían con ella a diario.
En su edificio, aparentemente tranquilo y en el que el mayor sobresalto parecía ser alguna voz más alta que otra derivada de los problemas cotidianos, los servicios de investigación del Estado localizaron poco tiempo después una antena direccional wifi Yagi 18 DBI «diseñada para incrementar la cubertura de la receptación de señales wifi a varios kilómetros de distancia, destinada al rastreo de redes inalámbricas y a la búsqueda continua de redes abiertas para dificultar su localización». El objetivo: difundir la misión de la ideología radical del Daesh para atraer potenciales partidiarios en favor de la yihad. Pero no solo eso. A la sofisticada tecnología para suministrar y descargar material terrorista sin ser descubierto, se sumaba un ingrediente más: había 'hackeado' la wifi de una vecina para desviar la atención y culpar a una gijonesa ajena por completo al entramado dedicado a aniquilar a los infieles de Occidente. «Ni en nuestras peores pesadillas podíamos imaginar que en el edificio teníamos una antena amplificada para servir a los yihadistas, vamos, es que nos parece ciencia ficción», resume un inquilino del bloque.
«Un cambio evidente»
El vecino en cuestión era Abdellah Ouelji, de origen marroquí, 35 años, casado y con dos hijos. Llegó a España hace 25 años y forma parte de una familia numerosa con arraigo e integración en el barrio. Su padre llegó a Gijón en la década de los 80. Se labró un futuro con tesón y a fuerza de trabajo. A día de hoy, muchos lo recuerdan vendiendo alfombras africanas de puerta a puerta. Consiguió poco a poco reunir a su familia en su piso de la zona Oeste y se ganó el cariño del barrio.
¿Qué hizo radicalizarse a Abedellah? Los padres del colegio de La Calzada en los que estudian sus hijos explican que un año antes de su detención había experimentado «un cambio evidente». Fue a raíz de una de sus visitas a su localidad natal de Khouribga, a cien kilómetros de Casablanca y con unos 200.000 habitantes. Solía viajar a menudo a Marruecos para visitar a sus familiares. Pero en una de las ocasiones algo cambió en su cabeza.
«A partir de ese viaje ya no era el mismo, dejó de salir con sus amistades, se encerró en casa y ya no iba a buscar a los hijos al colegio como hizo siempre. Las pocas veces que salía a la calle vestía siempre de negro, se había dejado barba y llevaba siempre gorra», explica un conocido suyo del barrio. Al juicio se presentó afeitado y con camiseta blanca, poco que ver con su última época en Gijón.
En la sentencia de la Audiencia Nacional que le condenó recientemente a cinco años de prisión, los jueces consideran probado que el acusado desarrolló desde el primer trimestre de 2015 a través de Facebook, Google Plus o Youtube la misión de difundir la ideología del Estado Islámico para atraer a potenciales partidarios de la yihad violenta, para lo cual acudía tanto a la plataforma MNBR.Info -un conocido foro yihadista, de acceso cerrado, que le permitía suministrarse del material que después difundía por las redes sociales- como a las distribuidoras telemáticas del propio grupo terrorista.
«Con dicha finalidad, el acusado abrió sendas cuentas en Facebook y Google Plus en las que colocó imágenes del Estado Islámico, mientras en la plataforma de vídeos Youtube colgó 27 enlaces con listas de reproducción de vídeos, en alguno de los cuales se justifican los atentados del 11-S», señala el fallo judicial, ya firme al no haberlo recurrido.
En marzo de 2015, asimismo, creó un canal en Youtube con imágenes más duras que las anteriores en las que incluía diversos materiales a favor del Estado Islámico en las que se podían ver a combatientes representados como héroes o mártires, ejecuciones de infieles, llamamientos en favor de la yihad, campos de entrenamiento, muyahidines y cánticos a favor de quienes practican la yihad violenta.
La sentencia, además, sostiene que Abdellah Ouelji invitó y admitió en su grupo de amigos a un agente encubierto informático, en abril de 2016. Desde ese momento, ambos mantuvieron conversaciones de temas generales a través de la aplicación de mensajería instantánea de Facebook.
Una situación «de terror»
En octubre, el acusado fue detenido en su domicilio de Gijón. En los registros de sus dispositivos electrónicos se encontró material de contenido yihadista dirigido a crear «una situación de terror en Occidente», dice la sentencia. Además, se halló en la vivienda una antena direccional de wifi diseñada para incrementar la cobertura de la recepción de señales. El fin era dificultar su localización.
Durante sus alegatos, Abdellah Ouelji defendió que si llegó a descargar algún vídeo fue «sin querer» o de manera «errónea», ya que en muchas ocasiones no conocía el contenido de los archivos que se bajaba. En el juicio celebrado en Madrid en abril, se excusó diciendo que intentó entrar en un foro del Daesh, pero no le «interesó» lo que vio y salió de la página.
Lleva preso un año y medio en la cárcel de Soto del Real. Allí lo visitan con frecuencia su esposa, también marroquí, y sus hermanos, quienes siguen manteniendo la inocencia de Abdellah, un vecino de La Calzada al que la vida le cambió dos veces de golpe: el día que le detuvieron como integrante del Daesh y aquella fatídica jornada laboral de 2002 en la que se precipitó desde un andamio a una altura de un cuarto piso mientras trabajaba como obrero de la construcción. Estuvo a punto de morir. Consiguió salir adelante, aunque le quedaron importantes secuelas que le imposibilitaron para trabajar y por las que recibe una paga por minusvalía.
Gijón ocupa el puesto catorce en el ránking elaborado por el Ministerio de Interior que clasifica los municipios por la probabilidad de padecer un ataque de extremistas islámicos. El nivel 4 de alerta antiterrorista decretado en España y la detención de un radical en La Calzada han obligado a extremar la vigilancia en una ciudad que hasta entonces parecía permanecer ajena a esta violencia globalizada.