Reglas para pedir limosna
Una disposición municipal regulaba la mendicidad y entregaba a quienes la practicaban un permiso que debían llevar encima
Quien mejor reflejó la gravedad moral a la que a veces llegaba la mendicidad en la España decimonónica fue Valle-Inclán. En sus 'Divinas palabras', ... Laureaniño, apodado 'El Idiota', es objeto de disputa entre las dos cuñadas que han heredado su custodia y que lo quieren por los pingües beneficios que consiguen de la exhibición del chaval. Si Valle-Inclán lo reflejó así en 1919 es porque así de cruel era el tinglado. Y contra semejantes abusos se afanaron en luchar los ayuntamientos. También el de Gijón, encargado de expedir, periódicamente, los permisos para pedir limosna en la ciudad.
En EL COMERCIO lo contamos hace 125 años. En el dorso de aquella suerte de 'tarjetas de mendigo' profesional, venían insertadas asimismo las reglas que estos debían observar para el desempeño de su actividad. La primera era obvia, y daba uso al documento en cuestión: sin permiso de la Alcaldía, no se podía pedir en la Villa de Jovellanos, so pena de multa; y habrían de mantener una buena conducta para conservar el carné. Como quiera que no debía ser muy propio de un mendigo llevar cartera, el Consistorio les expedía la acreditación junto a una chapa identificativa, que deberían llevar, para evitar problemas, prendida del pecho, «y, en el bolsillo, esta licencia personal».
No exhibir deformidades
«No pedirán después de anochecer, ni antes de las ocho de la mañana», disponía la regulación. Y, aún dentro de ese horario, solo podrían hacerlo en ciertas calles, evitando penetrar en las casas, usar los timbres y llamadores de las puertas, ni tampoco «pedirán en mercados, paseos y sitios de reunión». Quedaba también prohibido exhibir deformidades y vociferar; en las romerías, habrían de situarse en las avenidas, «y no se acercarán a los sitios en que haya meriendas, barracas» o bailes; dejarían libres las aceras «y se limitarán a extender la mano o el sombrero en demanda de limosna».
Y más: «Los que exhiban niños o idiotas para excitar la compasión del público, finjan accidentes o de otro modo abusen, y los que importunen al público, serán detenidos y se les recogerá esta licencia». Si se prohibía... era porque pasaba.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión