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Sergio Lesta Álvarez y Belén González Ramos se dieron el sí quiero después de casi una década de noviazgo

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Sergio Lesta Álvarez y Belén González Ramos se dieron el sí quiero después de casi una década de noviazgo J. M. Pardo

La romántica boda de Sergio y Belén, que une Gijón y México en San Pedro

La pareja, que celebró su alegría con sidra y tequila, se conoció hace nueve años cuando ambos estudiaban Turismo

Elena Cuesta

Gijón

Viernes, 30 de mayo 2025, 21:19

La iglesia de San Pedro, en Gijón, acogió esta tarde una boda en la que de nuevo una pareja une dos culturas muy distintas con su enlace. Sergio Lesta Álvarez y Belén González Ramos se dieron el sí quiero después de casi una década de noviazgo. Los dos jóvenes, él gijonés y ella, nacida en México, se conocieron cuando estudiaban un doble grado de Turismo y Dirección y Gestión Hotelera. Belén había decidido cruzar el 'charco' y recaló en Gijón para iniciar los estudios. Apenas había llegado a España cuando el destino quiso que se cruzara con Sergio, su compañero de clase, e iniciaran así una relación que culminó esta tarde con una boda llena de romanticismo y de guiños tanto a Asturias como a México.

Acompañados de sus padres, familiares y amigos más cercanos han querido unir sus vidas y compartir el amor que se procesan en una misa oficiada por el párroco Manuel Viego Tomás, actual cura de la iglesia de San Vicente de Paúl. Las madrinas de la ceremonia fueron la madre de la novia Marilú Ramos y la madre del novio María del Mar Álvarez, ambas muy elegantes para la ocasión. La novia lució un hermoso vestido confeccionado por el diseñador andaluz Manu García con detalles sencillos, pero «a la vez originales y atrevidos empezando por el escote asimétrico acompañado de un lazo al hombro; a la altura de la cintura luce un cinturón de piedras y la falda es de estilo sirena con abertura a media pierna. Todo rematad con un arrastre de cola con pluma natural de Marabú». El tocado, como complemento del vestido, es una pieza especial y de gran valor sentimental para la novia pues es el que usó su madre en su propia boda, confeccionado por flores blancas de satén de seda con centro de perlas haciendo que luzca a la par con el velo de cascada también de perlas. Después de la misa los recién casados ofrecieron un banquete en el Palacio de la Concepción para sus cien invitados.

Como no podía ser de otra manera la celebración hizo correr con alegría la sidra y el tequila y la música de los mariachis en honor a la unión de las dos culturas y el tiempo, además, acompañó.

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