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Una decena de serenos recorren cada noche las calles de Gijón, dispuestos a ayudar a cualquier ciudadano que precise de sus servicios. Durante sus rondas van comprobando por ejemplo que las ventanillas de lo coches y las puertas de locales comerciales están correctamente cerradas, avisan a la Policía Local ante cualquier incidencia, advierten de fallos en el alumbrado, acompañan a quien lo requiere al portal de su casa, a una farmacia... «La figura del sereno es algo tan de Gijón como la calle Corrida», destaca el presidente de Asata, Ruperto Iglesias, para quien la Medalla de Plata que le acaba de ser concedida a esta entidad por el Ayuntamiento de Gijón es «una satisfacción» por lo que representa de reconocimiento «a un proyecto que tenía como claro objetivo trabajar en pro de la ciudad y en pro de los ciudadanos». Gijón fue pionera en la recuperación de esta figura, hace 25 años, y ejemplo para otras ciudades que han seguido sus pasos. «Uno de los logros y uno de los elementos más importantes es haber convertido este servicio en algo que es de la ciudad y en lo que todo Gijón está involucrada», añade.
Servicio ciudadano al margen, los serenos de Gijón nacieron también como un proyecto de inserción laboral para mejorar la empleabilidad de personas con dificultades para encontrar trabajo. En lo que respecta a este aspecto, en este cuarto de siglo acumula más de 700 contrataciones, con una plantilla que en la actualidad está en 37 personas pero que va variando a lo largo del año en función de las necesidades de cada temporada. La empresa se constituyó además bajo una fórmula de Sociedad Limitada Laboral, lo que supone que el 51% del capital social corresponde a los propios trabajadores. El 49% restante es de la Agrupación de Sociedades Asturianas de Trabajo Asociado y Economía Social (Asata), distinguida también con la Medalla de Plata en 2009. Ruperto Iglesias asegura que después de estos 25 años «la salud de la entidad es buena y el proyecto es sostenible en el tiempo». Y si bien se trata de una actividad que en la práctica no logra beneficios como empresa, cuenta con apoyos como los 400.000 euros anuales de subvención municipal dentro de un convenio de colaboración con el Ayuntamiento.
Con el tiempo han ido surgiendo nuevos servicios, «con una adaptación permanente a lo que demanda en cada momento la ciudad». De hecho, durante la pandemia de la covid fueron los encargados de aportar 'acomodadores' que se encargaron de controlar los aforos y distancias entre usuarios en la playa de San Lorenzo. En estos años también ha ido cambiando el perfil de sus trabajadores, «que hoy no es el mismo que hace 10 o 20 años».
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