Sobre el 'Campu les Monxes'
Víctor Labrada disertó en las páginas de EL COMERCIO sobre la historia de la popular plaza de Cimadevilla
Puede que pecase de extremo pesimismo, pero Labrada tenía su parte de razón. Decía que «desde que se demoliera, por amor al progreso, aquel bello ... conjunto de vieja cárcel, túnel y esbelta torre romana, que sería hoy a no dudar, en el terreno turístico, de lo mejor a enseñar como portaleda al típico barrio de pecheros, la antañona Gigia se fue esfumando en su orgullo, tradiciones, costumbres y forma de ser». Ha de recordar el lector que en 1972 aún quedaba lejos, e imposible de adivinar, el plan de remozamiento del barrio alto y la recuperación de la Torre del Reloj.
¿Qué quedaba, entonces, de lo que fuera un día germen de la villa gijonesa? Apenas si los recuerdos. «Siendo un 'neñu'», recordaba Labrada, «años después de salir de la escuela de 'les maestrines' para hacerme un rapaz un poco 'traviesu' en la de los baberos, el 'Campu les Monxes' era el centro de reunión de recias comadres, que tenían muy poco que hacer, o si lo tenían disimulaban bastante. Aunque 'sabíen más que el Tato', se les habían olvidado las letras y el valor de los números». En aquellos tiempos, en aquella plaza, subsanaba la falta el 'Roxu', «'cegaratu azafranáu'» que les leía las novelas por entregas a precio de una 'perrina' por oyente. ¿Volvería, alguna vez, el barrio que fue?
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