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Daniel Sánchez, ingresó ayer en la prisión provisional. Reuters
Crimen en Tailandia

El día a día en la cárcel donde está Daniel Sancho: «Las luces nunca se apagan, dormir es una pesadilla»

Presos que han estado allí dicen que pasan las noches «hacinados» junto a unas 45 personas. «Pollo y caldo de olor fétido» es la base de la alimentación de los reclusos en la prisión de Koh Samui, donde se encuentra el hijo de Rodolfo Sancho

T. C.

Gijón

Martes, 8 de agosto 2023, 19:15

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Las peores noticias para Daniel Sancho se hicieron realidad la tarde del lunes, 7 de agosto, cuando ingresó en la prisión de Samui acusado de haber asesinado al cirujano colombiano Edwin Arrieta. El juez tailandés ha considerado suficientes las evidencias —entre las que se encontraba la prueba de ADN de los restos humanos encontrados que confirmaban la identidad de la víctima—, para aprobar la detención del español y su consecuente ingreso en la cárcel hasta que el juicio tenga lugar.

La ocultación del cuerpo y la manipulación del mismo agravarían la pena de asesinato y al chef pueden caerle, según el Código Penal del país, entre 15 y 20 años, cadena perpetua o pena de muerte. El hijo del actor Rodolfo Sancho confesó en 'El programa del verano', de Telecinco, que «ese hombre (Edwin) me tenía prisionero y estaba amenazando a toda mi familia. Si no hacía lo que me pedía... Me decía que ya sabía lo que era Colombia y lo que un hombre con 100 millones de dólares era capaz de hacer», dijo por vía telefónica.

El joven se mostró en sus declaraciones totalmente consciente de su destino: «Mañana estoy con 20 personas en una celda», confesó hace unos días al programa de televisión. Lo cierto es que las cárceles tailandesas no tienen muy buena fama y Sancho ya ha manifestado su deseo de ser extraditado a España, pidiendo el apoyo de los medios: «Quiero volver a España, moved cielo y tierra para eso. Seguid con cobertura mediática», reclamó.

La cárcel de Samui

A través del blog Koh Phangan Tales, podemos hacernos una idea de cómo será el día a día del español de 29 años en la cárcel de Koh Samui. En sus reseñas publicadas en 2016, la autora del blog pretende reflejar cómo es la vida en la isla del sureste asiático, caracterizada por sus aguas turquesas, y las fiestas de Luna Llena.

Según las declaraciones de dos reclusos (T. y J.), la vida en la prisión comienza a las seis de la mañana y se lleva a cabo un recuento de los presos antes de que dejen sus celdas. A las seis y media se abren las celdas y pueden ir al baño: «Las celdas son jodidamente irritantes , 45 personas todas queriendo mear temprano por la mañana, y algunos insisten en ducharse en el único retrete de la celda», asegura uno de los reclusos que comparte su testimonio en 2016.

Los recuentos de presos son comunes y se repite a las ocho de la mañana —tras cantar el himno nacional de Tailandia—, a las once, a la una y a las cuatro de la tarde durante la semana. El desayuno se sirve aproximadamente a las ocho y media de la mañana: «arroz de aspecto desagradable y caldo de olor fétido con algunos huesos, lo mismo que la cena; a veces puedes tener suerte y obtener un poco de pollo junto a los huesos. Los platos y los cuencos se distribuyen entre las mesas y es cuestión de sentarse y elegir un plato de arroz y un tazón», expone de forma clara.

Para escapar a este menú «la mayoría de los 'farangs' (extranjeros) —y un buen número de otros reclusos— piden comida al exterior. Los pedidos se toman el día anterior y pagamos al empresario local, Amon (mitad tailandés, mitad italiano, criado en Alemania), un recargo por pedir para nosotros —ya que puede tomar entre 10 minutos y 2 horas de cola pedir comida», explica J. Sin embargo actualmente Amón ya no se encuentra en la prisión, por lo que se desconoce si otra persona ofrece estos servicios o si, por el contrario comen lo que les sirven. La hora de la comida es a las 11.45 horas.

Los presos convictos visten de azul, mientras que los que están en prisión preventiva van de marrón. En la cárcel la mayor parte del tiempo transcurre entre charlas, gimnasio y algunos, aunque pocos, se dedican también a la lectura. Las duchas se abren dos veces al día, 9.00-10.00 a.m y 02.00-03.30 p.m. y «es un poco loco», ya que hay solamente 16 duchas. Hay problemas en el suministro de agua, por lo que hay días en los que el agua se agota y no llega para todos.

Sobre el agua potable, los dos entrevistados opinan que «nunca beberían agua del grifo en Tailandia», incluso disponiendo de uno con filtro en la propia prisión prefieren llevar agua embotellada.

Hacinados

Antes de volver a las habitaciones se realizan registros, ya que muchos tratan de colar cigarrillos. En las celdas no se puede fumar, aunque sí fuera de ellas. Uno de los reclusos entrevistados admite haber tratado de pasar cigarrillos y cuando fue descubierto se le castigó con unas flexiones: «Los castigos varían dependiendo del guardia de la prisión que haga el descubrimiento. Me escapé con unas cuantas flexiones y saltos, otros no son tan afortunados», admitió.

«Las luces nunca se apagan, dormir es una pesadilla», asegura el recluso que opina que esta es la peor parte del día, ya que duermen hacinados. «El ancho de mi espacio era de aproximadamente 14 pulgadas de ancho. En un momento en la celda no se podían extender las piernas porque todo estaba lleno (...) No hay hamacas en las celdas y los reclusos están limitados a tres mantas cada uno: una para taparse, otra para dormir (a modo de 'colchón') y otra como almohada», describe J.

Con todo, podría decirse que la cárcel en la que ha ingresado Daniel Sancho no es la peor de Tailandia y los dos entrevistados describen su día a día como simplemente «aburrido».

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