Las ONG asturianas claman contra «esta matanza indiscriminada»
Representantes de asociaciones y políticos aseguran que «la muerte de estos cooperantes ataca a la dignidad y los derechos humanos»
Gijón
Miércoles, 3 de abril 2024, 02:00
«Israel debería ser acusado por crímenes contra la humanidad», aseguraba ayer, sin un resquicio de dudas en la voz, el presidente de la Plataforma del Tercer Sector, Víctor García. Después de conocer la muerte en Gaza de siete voluntarios de la ONG del chef José Andrés, World Central Kitchen (WCK), hacía hincapié en que «Israel debe dejar de restringir la ayuda humanitaria» y, sobre todo, «dejar de matar civiles y trabajadores humanitarios». Asimismo, él insistía en que no se debería llegar a los límites inhumanos de «usar la comida como arma» y destacaba que «no están respetando la ayuda humanitaria ni a las ONG que actúan en el territorio, a pesar de arriesgar su vida por ayudar a quienes más lo necesitan».
Con sus palabras coincidía Javier Arjona, portavoz de la Coordinadora de ONGs del Principado (Codopa), quien además recordaba que «no solo han asesinado a siete cooperantes, el mismo día también atacaron un hospital y otras zonas», explicó. Él tenía claro que, de una vez por todas, «hay que acabar con el exterminio israelí» y, por eso, reclamaba a los gobiernos que se dejen de «solo buenas palabras» y tomen decisiones que paralicen la actuación de Israel, que ya se alarga demasiado en el tiempo.
A pesar de tener las ideas claras, Arjona también recordaba –como muchos usuarios de las redes sociales– la posición inicial del cocinero de Mieres, que defendió que el primer ataque de Israel a Gaza se debió a que «se estaban defendiendo». Pero, volviendo al presente y dejando de lado las declaraciones pasadas del chef, el presidente del Principado, Adrián Barbón, trasladó ayer su pésame a José Andrés y a toda la organización y subrayó la necesidad de «detener la barbarie en Gaza de forma inmediata».
A su vez, Manuel Ángel Álvarez, alcalde de Mieres –concejo natal del cocinero–, condenó «el asesinato» y ensalzó la labor de la ONG. «Ante la barbarie y la guerra, vuestro compromiso y solidaridad son ejemplo». Eso mismo pensaba el padre Ángel, fundador de Mensajeros de la Paz, quien confesaba a este periódico estar viviendo un día «muy triste». «Siempre es triste la pérdida de vidas, especialmente de vidas inocentes como estos cooperantes, que estaban dedicados a ayudar a los más vulnerables», explicaba desde Madrid, al tiempo que pedía «el cese de la violencia», con «diálogo y paz», recordando las palabras del Papa Francisco esta misma Semana Santa.
Diálogo y paz son dos elementos que hacen falta para frenar una masacre que Javier Mahía, el responsable de Accem en Asturias, considera que «ataca a la dignidad». Él está convencido de que «la muerte de estos cooperantes supone atacar los derechos humanos de las personas, valores y principios por los que han muerto».
Su dolor se extendía a Gonzalo Olmos, el presidente de Amnistía Internacional en Asturias, quien no podía entender lo ocurrido. «El ataque a un convoy de World Central Kitchen debe ser investigado de manera imparcial e independiente y sus responsables, juzgados por este crimen», aseguraba. Tenía claro que debía hacerse así porque él recordaba que «según indicó la ONG, el convoy se encontraba en una zona alejada de las operaciones militares, estaba debidamente identificado y la ONG había informado a las fuerzas armadas israelíes de sus movimientos».
Como Arjona, Olmos creía además que lo sucedido «es una muestra más del desprecio a la vida y al Derecho Internacional Humanitario que el Ejército israelí viene demostrando desde el inicio de su ofensiva sobre Gaza». Y trasladaba sus palabras al plano de los números: «Recordemos que centros sanitarios y educativos o lugares de reparto de alimentos han sido objeto de ataques militares israelíes y que los siete trabajadores de WCK se unen a los 168 trabajadores de UNRWA y a los once trabajadores de la Media Luna Roja Palestina, entre otros trabajadores humanitarios, víctimas del conflicto».
En vista de esas terribles cifras, en las que nadie sale indemne, señaló que «el ataque a la ONG asturiana se inscribe en un contexto en el que Israel está utilizando la hambruna y las restricciones a la ayuda humanitaria como arma de guerra, una situación que se agravará con la interrupción de operaciones de WCK y que solo podrá paliarse si se produce un alto el fuego inmediato». Es así porque, como explica Loreto Ventosa, portavoz de EAPN, la Red Asturiana de Lucha Contra la Pobreza, «los gazatíes que mueren a diario también tienen nombre y rostro».
Hay que recordar el sufrimiento de todos ellos, desde que hace meses comenzó el horror, y por eso Carlos Aller, el gerente de Una Ciudad para Todos, apuntaba que este ataque es solo «un ejemplo más de cómo Israel desprecia la vida de todos aquellos que dificultan sus intereses». Además, consideró que «de un Estado que justifica el bombardeo de hospitales no debería extrañarnos el bombardeo de ayuda humanitaria».
Ante esta gravísima situación, Aller quiso manifestar su «profunda admiración hacia todos aquellos que están en Gaza, jugándose la vida en defensa de unas personas a las que la comunidad internacional les da la espalda día tras día».
Todas estas asociaciones y representantes políticos, apoyaban sin fisuras la posición de José Andrés, quien aseguraba sentir que tenía «el corazón roto» y reclamaba al Ejército israelí el fin de la matanza. «No queremos que mueran más inocentes», clamaba, deseando que la paz vuelva a Gaza, un lugar destrozado ya por tantos meses de continua masacre.