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El agua brota de una alcantarilla tras las intensas lluvias que anegaron las calles de Avilés este domingo.

Una tormenta estática, errática e imprevisible

El aguacero que descargó sobre la comarca no estaba contemplado en las predicciones y dejó más de 150 litros por metro cuadrado en algunas estaciones

Adrián Cordero

Periodista especializado en meteorología

Martes, 18 de noviembre 2025, 01:00

Eran aproximadamente las nueve de la noche de un domingo otoñal que, hasta el momento, había transcurrido en medio de esa normalidad climática anodina a ... la que nos tiene acostumbrados el noviembre astur: cielos plomizos, algún que otro chaparrón ocasional, casi calorón a mediodía y esa oscuridad prematura que refuerza las sensaciones invernales que el termómetro todavía se niega a reflejar. Nada hacía presagiar, desde luego, lo que en la atmósfera se estaba gestando sobre la vertical de la comarca de Avilés cuando, ya con el pijama puesto y la cena en la mesa, la lluvia comenzó a arreciar progresivamente.

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Las intensidades subieron rápidamente: primero diez litros por metro cuadrado a la hora; después veinte, después treinta... y así hasta alcanzar ratios de casi 140 litros por metro cuadrado a la hora que llegaron a medirse en una estación de San Cristóbal en torno a las diez menos cuarto de la noche, el momento de más intensidad de una tormenta que esquivó cualquier previsión razonable. Para que se hagan una idea de lo descomunal del chaparrón, se considera que la lluvia es torrencial cuando la intensidad es de diez litros por metro cuadrado cada diez minutos. En Avilés, al filo de las diez de la noche, se llegó a duplicar esa cifra.

La situación, que pasó completamente inadvertida para los modelos meteorológicos, se caracterizó también por su carácter sumamente local. Los mayores acumulados se daban hacia el noroeste del municipio y en la parte oriental de Castrillón. La estación de Salinas, perteneciente a la Confederación Hidrográfica del Cantábrico, registraba también en pocas horas 125 litros por metro cuadrado y el medidor de aforo del río Raíces entraba rápidamente en nivel rojo.

Sin embargo, a pocos kilómetros de allí, la tormenta pasaba completamente desapercibida. En barrios como La Luz o El Pozón, a la misma hora a la que en San Cristóbal ya se superaban los 150 litros por metro cuadrado, los pluviómetros apenas llegaban a los veinte litros. Dicho de otra manera, aproximadamente la décima parte de lluvia en poco más de dos kilómetros en línea recta. En Soto del Barco, sin salir de la comarca, se acumularon diez litros. En Gijón o en Cabo Peñas prácticamente no llovió.

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El fenómeno ocurrido ayer en la comarca nos recuerda una vez más que esta ciencia, la meteorológica, está lejos de ser exacta y, por supuesto, infalible. Para que comprendan hasta qué punto la tormenta pasó desapercibida para cualquier modelo de predicción, el promedio de los escenarios para la jornada de ayer en Avilés marcaba cinco litros por metro cuadrado, unas treinta veces menos de lo acumulado.

A toro pasado, podemos llegar a alguna conclusión de lo que pasó. Tal vez ese viento de sur, dominante en la superficie, produjo convergencias en la misma costa con la brisa de norte que en esos momentos comenzaba a arreciar. Explicación en cualquier caso insuficiente para lograr entender en toda su magnitud lo sucedido.

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