Los otros 'Koldos'

Koldo es el vivo ejemplo de ese tipo de personajes que parasitan las instituciones públicas y carcomen los pilares de las democracias. Esos especímenes cuyo único mérito es ser 'amigo de' y ausentes de ética y moral para llenarse sus bolsillos. Porque sólo así se puede entender cómo alguien cuya única formación conocida era ser aizkolari –cortador de troncos–, portero en el campo de Osasuna, vigilante en discotecas –también se apunta que lo fue en algún local nocturno con sugerentes luminosos de neón– acabó siendo chófer, primero, y asesor, después, de todo un ministro. Y no uno cualquiera, sino uno que era, además, uno de los grandes pilares del 'sanchismo', como fue José Luis Ábalos.

El 'caso Koldo' vuelve a poner sobre la mesa la imperfección de la democracia y de los sistemas partidistas, donde en muchísimas ocasiones se priman las afinidades personales y el colegueo sobre los méritos y capacidades y aptitudes para ocupar determinados cargos. Es lo que tiene, en muchas ocasiones, convertir los partidos y gobiernos en un club de amigos.

Pero sería injusto decir que Koldo es único. Hay y ha habido muchos. Y da igual el partido al que miremos, en todos hay 'Koldos'. Vayan a las hemerotecas de los periódicos y descubrirán 'Koldos' vestidos de Pokémon que han cobrado buenos dineros por asesorar a algunos (as) en la Junta General; otros, vestidos de mineros, que levantaron castillos en tierras castellanas con dinero procedente de mordidas balnearias; a funcionarias y cargos de la Administración que repartían obras a cambio de comisiones... Los 'Koldos' siempre estuvieron ahí.