Ojo al dato
Lo del CIS lo veo como el perfecto ejemplo del no-dato, es decir, la información inútil, contaminante y frívola que nos enreda y nos intenta confundir
Seguro que les suena esta frase, que se hizo famosa en tiempos no tan lejanos aunque evoquen ya a cuaternario. Noches en las que a ... medio país, al menos el futbolero, nos daba por conectarnos a la radio a horas intempestivas, furtivamente en mi caso. Escuchábamos a un tipo tan vivaz como agresivo, tan entretenido como irritante, tan pequeño como grande, que presumía de asturianía sin serlo. Sintonías de 'Hora 25' que en mi caso sufrí de alguna forma, pues no se podía usar el teléfono de casa a partir de ciertas horas, y muchos días mi ambiente domiciliario dependía del hombre bajito de la botella anaranjada, tirando de eufemismo, y para evitar el mordaz apelativo con el que era por todos conocido.
Las estadísticas nos indican que cada vez se lee menos, pero estamos más atentos al dato, a esas cifras que condicionan nuestros hábitos, o que algunos interesadamente nos quieren colar por la escuadra, como cuando el susodicho de la radio narraba un gol de aquel lejano imperial Sporting. Si salimos a caminar, tenemos que llevar un control de los pasos, la distancia, el desnivel, el ritmo cardiaco, las calorías consumidas y demás parámetros que nos indica un dispositivo diabólico que nos ha costado una pasta, y que se conecta vía 'apps' con todos los demás gadgets que tenemos, para que podamos tener el dato disponible en la cama, en la oficina o en el cuarto de baño. Si salimos en bici, más de lo mismo, solo que además, y esto lo digo porque yo ando metido en esos líos, la gente mira no solo sus datos sino los de los otros (en mi caso todavía no, palabra). Que si a fulano le subieron las pulsaciones hasta doscientos, con la edad que tiene; que si mira qué pila de kilómetros hizo mengano ayer… Muchas veces estamos más pendientes del dichoso ciclo computador que de la ruta que estamos disfrutando, o del gato en la cuneta, que nos puede arruinar el día en un segundo. El otro día me dijo un tipo muy deportista y bastante sensato que el único dato que a él le vale es el de la báscula del baño, a la que se enfrenta de vez en cuando, y que desde hace décadas le indica sin piedad su déficit o superávit de calorías; a partir de ahí, me decía, uno mismo y sus excesos. Con eso, con sus sensaciones y con detenerse de vez en cuando a ver la belleza del paisaje, le valía, porque a él ya no le iban a llamar para correr el Tour, ni la Vuelta. No pude menos que estar de acuerdo, ya que muchas veces nos autoevaluamos y medimos la calidad del día por chorradas, y no estamos a lo que estamos.
Otro ejemplo de lo innecesario, absurdo y devaluado que cotiza el dato hoy por hoy lo encontramos en cualquier sondeo de opinión que nos tratan de vender. Nos quieren persuadir con estadísticas de lo más dispar, muchas veces hasta flagrantemente contradictorias. Abro aquí capítulo aparte para lo del Centro de Investigaciones Sociológicas español, el CIS para los amigos, que nos cuesta a todos los españoles un pastón (11 millones de euros al año, para ser exactos), y no hace más que equivocarse una y otra vez, a lo bestia, y siempre en la misma dirección, para alegría de los que mandan, que son por cierto los que mantienen en su cargo a la lumbrera que lo dirige. Cosas de lo público, que en una empresa privada se hubiera resuelto de una u otra forma hace tiempo, pero como en este caso paga usted, a vivir que son dos días. Lo del CIS lo veo como el perfecto ejemplo del no-dato, es decir, la información inútil, contaminante y frívola, que nos enreda, nos intenta confundir, y además nos hace perder el tiempo. Lo mismo podríamos decir de muchos medios de comunicación, por desgracia. Dime qué dato quieres leer, escuchar o ver, y te diré a qué medio tienes que acudir. Noticias a medida, cosa impensable en otros tiempos, pero que hoy, con smartphones, googles, cookies y demás tecnología manipuladora de masas, funciona a todo trapo.
Tal como lo veo, todo esto de las cifras, gráficos, estadísticas, y demás 'fast-data' que consumimos a diario, lo deberíamos empezar a filtrar como en un pasapuré, e intentar centrarnos solo en las que realmente nos aportan algo. Hacer un esfuerzo por no depender de tanta información basura en tiempo real. De otro modo, nos podemos convertir, si es que no lo somos ya, en adictos mira-pantallas, patéticos individuos que se quedan absortos, atontados ante un dispositivo en medio de una conversación, o frente a un bonito paisaje. Personas que dejan pasar felices situaciones que podrían ser un 'momentazo' en nuestra fugaz vida, un regalo en forma de disfrute, a cambio de un gesto umbilical crónico. Por no hablar de cortesía, y de la pérdida de capacidad de observación hacia el mundo que nos rodea, claro. Eso, para otro día.
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