El euro digital y el fin del dinero físico
El hecho de que no todo son ventajas en la digitalización del dinero, es evidente cuando un país abanderado de dicha tendencia como Suecia intenta dar marcha atrás, ante la evidente pérdida de libertad y privacidad que supone
Cuando estuve hace pocos años en Malmoe, ciudad sureña sueca, resultaba difícil poder tomar algo en una cafetería si no se pagaba con tarjeta de ... crédito. En Suecia, el líder de Abba, Bjorn Ulvaeus, ex de la mítica Agneta, hace tiempo que lidera un movimiento que defiende acabar con el dinero en efectivo como sistema para acabar con las actividades delictivas. En otro lugar cercano a Suecia, en la bella capital danesa de Copenhague, también es habitual que para comprar un perrito caliente en la calle solo admitan tarjetas de crédito. Los países nórdicos suelen ser abanderados de todo tipo de iniciativas de esas que pueden catalogarse como modernas, ecológicas, integradoras, y todo ese largo etcétera que queda bien, aunque luego su realidad social dista mucho de responder a esas ideas. De hecho, tanto en Malmoe como en Goteborg o Estocolmo es habitual que en las afueras existan suburbios donde la integración no parece haber tenido mucho éxito y en los cuales antes de pasear por allí hay que pensárselo bien.
Y ahora la idea de acabar con el dinero físico parece que toma fuerza, ya que Christine Lagarde, máxima mandataria del BCE, quiere impulsar el 'euro digital', con la promesa de que 'sólo' se trata de modernizar el sistema de pagos y, sobre todo, de acorralar a las operaciones en criptomonedas, las cuales están rodeadas de muy poca seguridad jurídica en la mayor parte de los casos. Según Lagarde, no se pretende de ningún modo buscar el ocaso del dinero físico. No obstante, las evidencias apuntan en sentido contrario y hay muchos países que cada vez limitan más las operaciones en efectivo, siendo ya en España dicho tope de solo 1.000 euros. Como todo en la vida, las cosas no son tan simples y hay ventajas e inconvenientes en esta idea de acabar con el dinero físico.
Como ventajas, cabe señalar el hecho evidente de que se dificultaría notablemente la existencia de operaciones fraudulentas e ilegales, así como que se atajaría de raíz el fraude fiscal. Una vez desaparecido el dinero como unidad física de cambio, las contraprestaciones económicas entre partes por actividades delictivas tendrían que realizarse en especie o depositando dinero en paraísos fiscales o en lugares donde el dinero físico continúe circulando. La vieja e icónica imagen de la mafia de Chicago de los años veinte portando maletines repletos de dinero para liquidar sus operaciones tendría los días contados.
Como inconvenientes, por un lado excluye a una gran parte de la población mundial del manejo de sus propias finanzas, lo cual en un continente como Europa, donde la edad media es muy alta, implica que muchos millones de personas estarán casi indefensas e incapaces de manejar su propio dinero, ya que carecen de conocimientos y medios tecnológicos para poder defenderse con operaciones que solo se ven en una pantalla de un móvil. Una vez más, Europa está pegándose un tiro en el pie.
El segundo inconveniente es el peligro que supone que la propiedad de una persona no sea tangible y que solo sea una anotación en una cuenta, la cual solo puede ver por una pantalla. Es decir, cualquier apagón informático mundial conduciría a un caos absoluto. Además, si lo que se pretende es defender a la gente del peligro del dinero tangible, puede que sea más peligroso el dinero digital, ya que basta con que alguien en algún sitio del mundo, por error o con el suficiente poder, borre un cero a nuestras posiciones y nos habrán quitado el 90% de lo que tenemos y sin rechistar.
El tercer argumento en contra del fin del dinero físico es la pérdida total de privacidad que implica. Si ahora ya estamos controlados por las redes sociales, por el posicionamiento geográfico de nuestro móvil, por el 'Gran Hermano' que es internet, la desaparición del dinero físico supondría un control total y absoluto, en el que se sabría en qué gastamos el dinero, a qué hora lo gastamos, qué cantidad consumimos de cada producto...
Recientes informes del BCE indican que aunque muchos crean que el dinero físico se usa muy poco ya, la realidad no es esa. De hecho, es cierto que en el montante total de las operaciones suma más ya la parte digital, pero el número de personas que maneja dinero físico continúa siendo mayoritario.
Y me atrevería a añadir otro peligro más, y es que en países o casi califatos regidos por gobernantes cuyo estilo es de auténtica república bananera, todo lo que sea añadir control y quitar libertad al ciudadano es un puro peligro y una tentación, ya que establecer un impuesto o una quita sobre los depósitos digitales sería algo muy fácil y tentador de llevar a cabo. El hecho de que no todo son ventajas en la digitalización del dinero, es evidente cuando un país abanderado de dicha tendencia como es Suecia está tratando de dar marcha atrás, ante la evidente pérdida de libertad y de privacidad que supone.
Incluso el creador e impulsor del euro, el canadiense Robert Mundell (1932- 2021), el cual fue galardonado con el Premio Nobel de Economía del año 1999 por su concepto de las ZMO (Zonas Monetarias Óptimas), expresó en varias ocasiones sus temores y dudas sobre la conveniencia de establecer el euro digital. El dinero no es todo en la vida como recordaba Steve Jobs, el creador de Apple, cuando dijo que «las cosas más importantes de la vida no cuestan dinero, lo importante es el tiempo y eso ni se compra ni se vende». Pero también dijo el genial humorista y pensador norteamericano Groucho Marx que «hay muchas cosas en la vida más importantes que el dinero, pero cuestan tanto...».
Si tuviese que hacer un diagnóstico creo que estamos mucho más cerca del 'esclavo Digital' que del 'euro digital', y en España somos líderes mundiales en burocracia telemática, o sea en esclavos digitales, es decir en perder el tiempo.
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