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No me extraña que el 'mequetrefe de Waterloo' ande con ínfulas desafiantes por su mansión. La política que se haga en España y que se ... aprueben, o no, los decretos que propone el Gobierno dependen de su voluntad, que maneja la de los siete diputados independentistas de Junts. La semana pasada el voto negativo de Junts, junto a los del PP y Vox, tumbaron el decreto ómnibus, que contenía varias medidas sociales. Pasaron unos días, el Gobierno volvió a negociar con Junts y esta vez votarán a favor, me imagino que a cambio de algún chantaje como contrapartida, que se hará explícito, como que Sánchez se someta a una moción de confianza, pero no nos enteraremos de otros acuerdos tácitos que quedarán bajo el tapete de juego de estos políticos trileros. Lo que ha ocurrido con el decreto ómnibus es un 'déjà vu'. Es lo mismo que pasó con la controvertida Ley de Amnistía. No salió adelante en el mes de enero porque Junts votó en contra para que se siguiera negociando y se cambiase con un texto a su medida, y el 14 de marzo se aprobó porque Junts votó a favor y permitió aprobarla por 178 votos a favor y 172 en contra.
Esto es puro choteo. Tendríamos que correr a gorrazos a todos, por irresponsables. Los partidos parecen instalados en una política de trileros. Parece que lo más importante es adquirir réditos políticos desgastando a la oposición o la oposición desgastando al Gobierno. El PP no se da cuenta que el primer deber de la oposición consiste en que la opinión pública perciba que pone por delante las necesidades de los ciudadanos en vez de la erosión al Gobierno. Actuando así, confunden la construcción viable de una alternativa con la destrucción del contrincante. Estamos anclados en una dinámica obtusa alejada cada vez más del pacto y del consenso, y herida por el bloqueo y el conflicto permanente. Vemos otra vez que los partidos actúan en función de lo que Max Weber denominaba «ética de la convicción». Actuando así, se eximen a sí mismos de las consecuencias de sus acciones. En este caso, las consecuencias negativas que hubiesen acarreado para millones de personas la no aprobación del decreto nos muestran la renuncia explícita de determinados partidos a mejorar la vida de sus votantes.
La actuación de los partidos no puede estar basada solo en una ética de las convicciones, sino en una ética de las responsabilidades, que permita sopesar las consecuencias sociales y económicas que tienen sus acciones. Necesitamos políticas por parte de todos los partidos que mejoren nuestra vida, no que la hagan más difícil. Lo que ha sucedido es de una perversión tal, que se identifica el bien común con el bien del partido. Todos –y reafirmo todos– tienen tal ceguera sectaria, que no les permite consensuar pactos políticos de Estado, con lo necesitados que andamos de que se pongan de acuerdo y dejen la confrontación en asuntos claves, como pueden ser las pensiones, la educación, la división real de poderes, la sanidad, etcétera.
De Junts y de Vox no espero nada. Junts está ahí solo para chantajear a un Gobierno en minoría. Un día vota no a un decreto y días más tarde vota sí, porque consigue lo que pretende y seguirá amenazando con tumbar al Gobierno si este no le ofrece lo que desea y seguirá pidiendo más y más y veremos muchos más 'déjà vu'. Vox no hace nada más que poner palos en la rueda, no conozco ni una propuesta constructiva de este partido; pero lo que más me asombra es que el PP, que aspira a ser alternativa al Gobierno y es el principal partido de la oposición, votara en contra de un decreto que tenía que haber apoyado para ganar credibilidad o, por lo menos, haber negociado con el Gobierno antes de que este fracasara en la primera votación en el Congreso. Al PSOE le ha venido muy bien la estrategia, le ha permitido desnudar a toda la oposición, que son capaces de cualquier cosa con tal de erosionar al Gobierno y al fin y al cabo sacará adelante días más tarde un nuevo decreto con las medidas sociales.
En conclusión, el PP y el PSOE, partidos mayoritarios, tienen que dejar la polarización y la oposición partidista y ponerse más de acuerdo en cuestiones de Estado. España necesita, a voces, pactos de Estado y no depender de políticos quinquis y trileros nacionalistas, que no deberían manejar y manipular con siete diputados la política que necesita este país.
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