Turismo y vivienda
No puede ser que un residente como consecuencia de la demanda de los turistas tenga que destinar una parte muy alta de su sueldo a tener donde vivir
En Asturias se debate sobre la posibilidad de cobrar una ecotasa al turismo. Los empresarios turísticos la rechazan, pero la ven viable para los apartamentos ... turísticos. Coincide la discusión suscitada en la región con el encuentro que tuve con un antiguo alumno que trabaja como médico en Ibiza. Me puso al corriente de la agonía que supone acceder a una vivienda. Decía que es de locura el precio de los alquileres, muy escasa la oferta y que el elevado número de visitantes utiliza los servicios de los residentes, pero es muy pequeña la aportación a su mantenimiento por medio de impuestos, aunque paguen una ecotasa que depende del tipo de alojamiento. Sostenía que la economía turística de la isla, en general, no tiene significativos efectos en beneficio de los sectores ajenos a la misma, ni tampoco aporta beneficios al trabajo cualificado de los residentes como él. Es un problema que tienen desde hace años tanto los autóctonos de la isla como los foráneos que se trasladan allí para trabajar, como camareros, albañiles, médicos, enfermeras, guardias civiles, etcétera. Me comentaba también que en el problema para alquilar se están mezclando dos asuntos distintos: por un lado, la creciente demanda de vivienda, que atiende a factores como adquirir una segunda vivienda para veranear, como inversión, especulación o como fuente de ingresos en alquiler, y por otro la necesidad de vivienda para residencia habitual, que es una necesidad social. La charla que mantuvimos me lleva a reflexionar sobre un problema que es común en las grandes ciudades y en todos aquellos lugares asfixiados por un turismo masificado. Mientras los turistas no superan un cierto umbral, disponen de servicios pensados para los residentes, pero cuando este umbral se sobrepasa los residentes se ven abocados a disponer de los servicios pensados para los turistas, mucho más caros.
El turismo es una fuente de ingresos que todos los lugares desean tener y la industria de la hostelería y hospedería necesitaban recuperarse de la debacle de la pandemia y volver al lleno de este verano, que a lo largo del año puede volver a aproximarse al record alcanzado en 2019. Sentado lo anterior, la urgente necesidad de vivienda, tanto en régimen de alquiler, como a comprar a precios razonables y no abusivos, debería ser una prioridad de las distintas administraciones, tanto estatal como autonómicas y municipales. La demanda de los residentes no coincide con la de los turistas, pero ambos mercados se superponen en el espacio y en el tiempo y entran en conflicto. Un residente no puede pagar por el alquiler lo que paga un visitante esporádico. No puede ser que un residente, como consecuencia de la demanda inmobiliaria de los turistas, tenga que destinar una parte muy alta de su sueldo a pagar un lugar donde vivir, y hay que regularlo. Los fondos buitres se están apoderando de muchos edificios del centro de las ciudades y expulsan a los inquilinos de toda la vida, porque convierten estos inmuebles en apartamentos turísticos. La consecuencia es que las personas y familias con poco poder adquisitivo tienen que irse del centro de la ciudad a vivir a la periferia o a la zona rural, donde el alquiler y la compra resultan más asequibles.
El turismo genera riqueza y tiene un gran impacto positivo en las economías regionales, pero también puede convertirse en un problema cuando la afluencia de turistas se dispara. El turismo implica la ocupación de espacios que tenían otras funcionalidades, en los que habitan residentes que se ven desbordados, y genera disfunciones en las sociedades de acogida, que se sienten excluidas. Si a esto le sumamos que en el modelo turístico español prima una estructura laboral precaria -bajos salarios, contratos temporales, dificultades para poder conciliar trabajo y vida personal debido a los horarios, continua rotación de personal, etcétera-, me parece insoslayable la planificación y regulación desde las administraciones que atiendan a tres factores claves: la necesidad de vivienda, dignificar el empleo en el sector turístico y armonizar el turismo de masas con las actividades productivas ajenas a la economía turística, para que éstas no desaparezcan.
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