Gijón, petado de visitantes
Hay un rojo sangriento en casi toda España con muchas localidades del sur superando los 45 grados. Y aquí, aunque siempre hemos tenido un chubasquero ... a mano, Gijón este verano es algo parecido a un oasis de frescor. Por eso la ciudad viene siendo tomada por una multitud de turistas triplicando el número de visitantes. En chanclas, bermudas y shorts, pasando muchos días de los 25 grados, viene el turismo en masa. Y uno, que no va a ser menos, se hace también turista de sí mismo. ¿Pero qué tiene esta ciudad que parece estar de moda más que nunca? Pues Gijón ofrece buenos restaurantes de pescado del Cantábrico, terrazas con sofás, pubs, muchos supermercados, bazares de chinos, bicicletas eléctricas y de las otras, excursiones en barco por la bahía, rutas pintorescas y romerías por los alrededores, ambulatorios, misas de doce, toros, Feria de Muestras, playa nudista, playa del Poniente y, sobre todo, una concha de arena color canela en San Lorenzo, con una mar rizada igual que si fuera un cielo descendido.
Claro que también hay un tráfico constante y mucho neumático por el centro. En todo caso, en agosto se quita uno a sí mismo importancia y también a muchas cosas. Con este calor y en chanclas, libre el cuerpo de su trabajo, de reglas y horarios, acaba uno acordándose de cuando no era nadie. Es decir, de cuando era niño y lo podía ser todo. Porque, mirándolo bien, agosto es un mes infantil que discurre entre el sopor y la esperanza de lo que traiga el porvenir, que, como todo el mundo sabe, llega el 1 de septiembre, donde todo será maravilloso. Agosto, hay que decirlo, es un mes tan hermoso como extraño. El mes más surrealista de los meses, donde la gente, ociosa y libre, abre por un rato la mochila de la locura, del exceso y de la tristeza, en el que unos vuelven, otros van y otros están siempre en el mismo sitio. Quiere decirse, que, según las estadísticas, en España hay 15 millones de hogares que no pueden cubrir los gastos esenciales. Aquí las clases medias y trabajadoras son cada vez más pobres, pero con tatuajes, móvil y Netflix. Por eso, cuando pase el verano y entremos en ese otro calor, será el momento de comprobar el alcance de tanta conga de Jalisco.
No llueve. Y los prados, los parques y jardines están amarillentos. Habrá que volver a sacar los santos. Gijón empezará a vaciarse a partir de ahora. Pero, ya está dicho, cuando llegue septiembre, todo será maravilloso.
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