Gumersindo Lorenzo Salas, un teólogo atípico
A Gumersindo Lorenzo Salas, nacido en Santander en el año 1931, pero asturiano y gijonés de adopción (y de corazón), la pedrada negra de la ... muerte (de la muerte siempre mezquina que apenas sabe el nombre de quien se lleva) le ha dado en pleno pecho, derribándolo, por su edad, hacia el escotillón que desemboca al otro lado de todo esto. Doctor en Teología por la Universidad de Múnich, fue durante años asistente del profesor Hans Küng, en la Universidad de Tubinga, y profesor de Teología en la Universidad de Deusto y en las de Múnich y Ratisbona. Nombrado el año 1990 'Cántabro del año' por el Ilustre Ateneo de Santander, residía en Gijón, adonde se había trasladado con su familia, ya por los años 50, cuando su padre vino a trabajar a El Musel.
Ante tanta flojedad y convencionalismo teológico, ante tanta pastoral hirsuta y destemplada, ante tanta cobardía y miedo institucional, el sacerdote y teólogo Gumersindo Lorenzo Salas, hombre cordial, sencillo y de inteligencia extraordinaria, fue haciendo, viviendo y, sobre todo, escribiendo con perseverancia, valentía y rigor en sus más de veinte libros el mensaje esencial del cristianismo y el papel y sentido de la religión y de la Iglesia en un mundo cada vez más científico y más laico. Exactamente todo lo contrario a lo que hacen y escriben la gran mayoría de los teólogos cortesanos con su incienso de palabras antiguas y empolvadas.
Ingrata con frecuencia, la Iglesia asturiana contó con el servicio pastoral, durante algunos años, de este sacerdote inteligente, genial y bondadoso, pero siempre lo marginó, y lo tuvo generalmente como un extraño y peligroso cura.
Gumersindo Lorenzo Salas
No cuajó porque ponía algunos 'barrenos' bajo las poltronas de muchos ídolos, dioses del cheque y jerarcas eclesiásticos de estos y otros tiempos. Ahora acaba de morir, tenía 93 años y un corazón gastado.
Yo fui su amigo. Y, a pesar de su senectud, lo recordaré siempre como un hombre lleno de jovialidad, cargado de fe y esperanza. Y entregado con denuedo, a través de sus escritos, a la renovación de la Iglesia del futuro.
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