«No tengo problemas, pero no disfruto»
Parece sorprendente, pero vengo oyendo de algún tiempo a esta parte con frecuencia la frase del título y he de decir que me llamó la ... atención porque no estaba acostumbrado a escucharla. De repente, me extrañó esa expresión, pero pensé que debería haber explicación y di con ella.
Estamos acostumbrados a pensar o asociar que cuando estamos deprimidos se debe a que en nuestro contexto personal existen problemas de índole familiar, emocional, laboral, financiero, etc. Que la causa de nuestro malestar viene de ahí y, por eso, en ausencia de problemas de ese tipo uno no tiene motivos para deprimirse y debería disfrutar y sentirse bien y experimentar placer.
Sin embargo, haciendo un esfuerzo por indagar el origen de esa perturbación llegué con el tiempo a la conclusión, creo que muy fundamentada lógica pero también empíricamente, de que si el enemigo no está fuera es que está dentro de quien no disfruta o padece anhedonia, a pesar de la ausencia de problemas. La causa es interior.
Investigando, en efecto he descubierto que hay ciertos rasgos de nuestra personalidad que son ansiógenos o generan ansiedad y cuando el paciente sufre la ansiedad, estrés o tensión vital, emocional o nerviosa (el mismo perro con distintos collares) mucho tiempo, acaba por quedar agotado psicológicamente y ese agotamiento conduce o abre la puerta a un estado depresivo cuyas manifestaciones son el decaimiento, la desgana, la desmotivación, la falta de interés o de ilusión y la anhedonia o ausencia de placer y disfrute, que constituyen la queja de esos pacientes.
Por lo tanto, esa anhedonia es la consecuencia final o desembocadura de un proceso que, incluso en ausencia de factores externos adversos, eso es lo paradójico, el paciente sufre ese estado de escaso bienestar emocional.
No tengo espacio aquí para citar y explicar ampliamente cuáles son esos rasgos, pero lo dejo ahí para que los lectores que pasen por ese trance se tranquilicen y sepan cuál es la explicación del problema, que, por cierto, es perfectamente superable y soluble. Iré haciendo luz e ilustrando el asunto, muy interesante a mi juicio, algo novedoso y que no he encontrado en la literatura existente en estos temas. Y si el enemigo está dentro, es ahí donde hay que trabajar el cambio.
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