Menos personas, más perros
PLAZA MAYOR ·
La población de Asturias era en 1860 de 540.093 habitantes (Gijón tenía 24.802 y Oviedo 28.867). 110 años después, en 1970, ascendía ... a casi el doble: 1.052.048 (Gijón, 184.698; Oviedo, 152.453) y en 1985 alcanzaba la cifra de 1.153.794 (Gijón, 264.036; Oviedo, 190.527), pero en 1996 ya había bajado a 1.087.885 (Gijón, 264.381; Oviedo, 200.049) y a 1 de enero de 2021 era de 1.011.792 (Gijón, 268.896; Oviedo, 217.552).
La confirmación de que el descenso de la población del Principado la situará pronto por debajo del millón de habitantes se desprende de los datos que hace cuatro días hacía públicos el Instituto Nacional de Estadística: a 1 de enero de 2022 había aumentado en 50.490 el número de habitantes de España (el 0,1%, al pasar de 47.385.107 a 47.435.597) en relación con la misma fecha de 2021. Esa cifra es el resultado de la subida de población en nueve de las diecisiete comunidades autónomas y del descenso en las otras ocho y en Ceuta y Melilla.
Excluidas estas ciudades autónomas (Melilla perdió 1.102 habitantes, el -1,3% del censo, al bajar de 86.261 a 85.159, y en Ceuta la caída fue de 951 habitantes, el -1,1%, al pasar de 83.517 a 82.566) es elocuente el dato de que Asturias encabece el pelotón de territorios con poblaciones menguantes en términos relativos, con una bajada del 0,7%, traducida en 7.293 habitantes menos (pasa de 1.011.792 a 1.004.499). Además, solo es superada en cifras absolutas por Castilla y León, que pierde 13.075 habitantes, un 0,5% de su población.
Es significativo también que el Principado pierda en un año incluso más habitantes que Madrid (6.795, el -0,1%, aunque en este caso tal vez haría falta otro tipo de análisis, porque Madrid es España dentro de España, que lo dijo Ayuso), el País Vasco (6.792, el -0,3%), Galicia (6.493, el -0,2%), Extremadura (5.256, el -0,5%), Aragón (919, el -0,1%) y La Rioja (311, el -0,1%).
Las consecuencias, entre otras, del declive demográfico asturiano es el envejecimiento de la población. Esta obviedad suele plantearse como una carga para la sociedad, cuando en realidad debería constituir un motivo de orgullo, porque significa que ha mejorado la esperanza de vida, uno de los objetivos del estado de bienestar. Da la impresión, por otra parte, de que se pierde el tiempo en discusiones académicas sobre este aspecto clave de la decadencia astur, en vez de aplicar medidas concretas que estimulen el crecimiento de la natalidad, política que ha de ser compatible con ayudas a las capas de población de más avanzada edad, que no deben ser contempladas como una desgracia social, sino como acreedoras del desarrollo alcanzado gracias a sus esfuerzos y sacrificios.
Hay dudas razonables, sin embargo, para entender que ese va ser el camino emprendido por las nuevas generaciones dirigentes. La tendencia es a que haya menos personas, pero más perros. No nacen niños, pero a primeros de año había censados en Gijón 37.765 perros (en toda Asturias, 180.591, de ellos, 6.467 de razas potencialmente peligrosas). Gijón ya tenía playa para perros y anteayer hubo una sesión de cine para perros. En 2019 Asturias ya tenía 12.953 perros más que habitantes menores de 20 años. Escuché el otro día a un biólogo decir que una sociedad como la descrita puede tener los síntomas de ser una sociedad enferma. No cuesta trabajo darle la razón.
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