Secciones
Servicios
Destacamos
Jaime Clemente
Jueves, 20 de febrero 2025, 12:15
No voy a pedirle a nadie que se ilusione porque el fútbol es casi peor que el amor. Uno piensa que ha encontrado a la ... persona y un par de semanas después está dando las gracias a Dios por haber esquivado una bala que le podría haber mandado al hoyo más profundo del planeta. Pero pienso que ha llegado el momento de levantar la cabeza del suelo, mirar al frente y ser objetivos. Podemos tener todos los debates futbolísticos que queramos. Si habría que jugar con dos delanteros en casa para salir más agresivos y no depender tanto de lo que sucede en las segundas partes. Si tendrían que jugar unos u otros. Si Calleja no tiene ni idea y somos nosotros, desde la barra del bar de turno o desde la grada, lo que sabemos que es exactamente lo que necesita el equipo en cada momento. Y me parece perfecto, me encantan estos debates de gente pidiendo jugar bonito, de todos sacando el entrenador que llevamos dentro porque en su momento dimos cuatro patadas a un balón. Me gusta porque eso significa que estamos más vivos que nunca, que tenemos aspiraciones, que no nos conformamos con cualquier cosa. Pero justamente como sabemos lo que hemos pasado para llegar hasta aquí, ha llegado el momento de reconocerle al hombre que se sienta en el banquillo junto a su cuerpo técnico su trabajo, su mérito.
Este hombre no ha venido a Oviedo a hacer amigos, ha venido a poner al equipo en la parte alta de la tabla. Y por mucho que le pueda molestar a aquellos que se gana 1-0 en casa y buscan una polémica entre Moyano y Hassan o cualquier otra miseria para criticar al equipo, que es lo mismo que si nos criticasen a cada uno de nosotros, Calleja ha conseguido estar a un punto del ascenso directo en Febrero. Personalmente, me importa bastante poco como lo haya hecho hasta ahora y como lo va a hacer en un futuro si cumple el objetivo. Y no me importa porque a mí no se me ha olvidado de dónde venimos de la misma manera que sigo teniendo pesadillas con aquella tarde de junio en Barcelona. El segundo día más feliz de mi vida será el que consigamos el ascenso y, el primero, cuando en el Carlos Tartiere se vuelva a jugar un partido de Primera. Porque sólo en ese momento podré mirar a mi alrededor y podré dedicarme noventa minutos a criticar lo mal que jugamos mientras vamos ganando, a dar abrazos y besos a todos los que me rodean, a mandar mensajes a los que no pudieron estar en el campo, a escribir la columna para el periódico y a mirar al cielo para saludar a todos aquellos que se nos fueron en el camino y decirles que lo hemos conseguido, que hemos vuelto.
Pero antes de que todo eso suceda, antes de que vuelva a llorar como un niño pequeño, tenemos que conseguir todos los puntos posibles. Y, para eso, va a ser imprescindible estar unidos, tragarnos al entrenador que llevamos dentro, dejar de pitar ganando en casa y dedicarnos a sumar desde nuestro asiento. Porque buscar cualquier excusa para dinamitar el trabajo de este equipo es lo que harían los que hace años nos querían ver muertos. Ojalá Calleja sea el Pezzolano de aquellos que no le soportan, pero todavía hay camarotes libres en el barco para todos los que quieran formar parte de esta historia. Así que basta de comparaciones y empecemos a caminar juntos hasta la gloria. Sólo unidos bajo un mismo escudo venceremos en las batallas más peligrosas.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.