Clase aspiracional
Hay quienes viven en un limbo, atrapados entre lo que son y lo que creen merecer, y esa persistente vacilación les condena a la tristeza, el cansancio y a una frustración continua
Hay quienes viven con un pie en el suelo y otro en un escalón que no les pertenece. Es lo que se denomina clase aspiracional; ... esa que se aferra a la idea de que es de un estrato social superior al que realmente ocupa. Lo hace porque está convencida de que bien sea por esfuerzo, trabajo o méritos debería estar allí. También por educación, ya que durante años se nos ha dicho que, si nos esforzamos lo suficiente y trabajamos duro, lograremos ascender social, económica, pública y/o laboralmente. Sin embargo, la realidad, testaruda, es otra. Antes se asociaba principalmente a la capa media, pero hace tiempo que esto dejo de ser tal y puede verse en cualquier estamento social.
No se trata de conformarse ni tampoco de dejar de luchar por mejorar nuestra situación, ni mucho menos, sino de algo en esencia más sencillo, si bien más incómodo: aceptar dónde estamos. Si no lo sabemos o no queremos saberlo, ¿cómo vamos a avanzar? Es imposible y aquí es donde está el gran problema de la clase aspiracional. Vive en un limbo, atrapada entre lo que es y lo que cree merecer, y esa persistente vacilación la condena a la tristeza, el cansancio y a una frustración continua.
Nada es suficiente. No importa cuánto se esfuerce, luche o se sacrifique porque los objetivos que se marca no están a su alcance; y no porque no lo intente, sino porque no son realistas. Están diseñados para otra clase, otro contexto y otros recursos. Esto, en apariencia solo frustrante o incapacitante para algunos –que cada vez son más– es también peligroso en conjunto porque mientras uno se cree lo que no es, se lucha y respaldan derechos y obligaciones que, en la mayoría de ocasiones, nada o muy poco tienen que ver con la clase social real a la que se pertenece. Se olvidan así los 'aspiracionales' de reivindicar lo que realmente les corresponde y, por momentos, incluso desprecian esos derechos, como si fueran indignos de su posición (aunque esta sea solo imaginada).
Es un fenómeno este que, poco a poco, afecta no solo a personas, también a sociedades enteras, puesto que una clase aspiracional no lucha como debería. Sus reivindicaciones son confusas y sus prioridades están desordenadas. En lugar de defender su tejado, tira piedras contra él. No exige lo que necesita, sino lo que cree que debería tener y así, no solo no avanza, sino que puede llegar a destruir lo que ya tiene. Un gran error ya que, a mi juicio, entender nuestra posición no es rendirse; es el primer paso para cambiarla.
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