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Los tres jóvenes extranjeros de entre 18 y 19 años acusados de sendos delitos de robo con violencia, lesiones graves y leves, atentado y ... resistencia grave a la autoridad tras robar y agredir, supuestamente, a otro grupo de jóvenes en el Oviedo Antiguo en la madrugada del sábado pasado tampoco entrarán a prisión por herir, presuntamente, a dos agentes de la Policía Nacional. Esto ocurrió en las inmediaciones de La Lila pasadas las seis de la mañana durante el arresto posterior a la pelea que se había producido momentos antes en la calle San José y que se saldó con seis chavales del otro grupo, de entre 20 y 24 años, heridos de diferente consideración. Previamente les habían robado, según denunciaron estos, dos teléfonos móviles –uno de ellos de alta gama– y una bandolera, y ello desencadenó una verdadera batalla campal en los aledaños de un conocido local de ocio nocturno, según adelantó EL COMERCIO en primicia.
A pesar de todo, la versión de los hechos de los acusados dista mucho de la de los seis heridos. Tal y como ha podido averiguar este diario, los detenidos –todos ellos con diversos antecedentes como robos, hurtos, malos tratos o por agresión sexual– sostienen que en este suceso «no ha habido agredidos y agresores», que se trató «de una riña tumultuaria y no de una agresión» en la que todos «dieron y recibieron» por igual, y que terminó «con heridos en los dos grupos». También presentarán una denuncia.
Los dos policías heridos, por su parte, sufrieron distintas lesiones –uno en las costillas y otro en la rodilla, en el codo y en un hombro– mientras reducían a dos de los agresores, que se resistieron con violencia, supuestamente, tras ser localizados en La Lila, adonde habían acudido para recibir atención médica tras la pelea –esa misma actitud, supuestamente, la mantuvieron después en los calabozos de la comisaría–. Este martes, los procesados tuvieron que volver a sede judicial para responder, precisamente, por esto último, aunque optaron por acogerse a su derecho a no declarar, al igual que en la primera sesión, en la que se había tratado únicamente la cuestión de las lesiones y en la que la Fiscalía solicitó la libertad a la espera de juicio.
Llegaron puntuales al juzgado, sobre las diez de la mañana, para la celebración, a priori, del juicio rápido; no obstante, el asunto pasó a diligencias previas al no poder determinarse por el momento el alcance de las lesiones de los policías y su tiempo estimado de curación, por lo que permanecerán en la calle, aunque obligados a cumplir una orden de alejamiento 'sine die': no podrán acercarse a los seis jóvenes heridos. Se les pudo ver en el Palacio de Justicia, uno de ellos con la mano vendada, acompañados de sus letrados.
A ese respecto, los tres extranjeros manifiestan que ellos también han sido «víctimas» y que no ha habido «ni resistencia a la autoridad ni robo con violencia». ¿Por qué? Por partes. En primer lugar, los procesados afirman que «fueron los españoles», tras una primera pelea inicial en la plaza del Paraguas –en la que se produjo, presuntamente, el robo de la bandolera y los dos teléfonos móviles– que no fue a más, quienes reunieron a un grupo grande de personas y comenzaron a buscarles.
Los encontraron dos horas después en la calle Ildefonso Martínez, donde se produjo la «riña tumultuaria». Ellos también formaban parte de un grupo mayor en el que, según los testigos, había varios menores de edad, y en el que algunos de los presentes esgrimieron navajas y lanzaron botellas de cristal.
También aseguran que «hay muchos prejuicios» debido a su nacionalidad y que, en lo que toca al supuesto robo de los teléfonos móviles, la bandolera con el primer terminal fue devuelta y que el segundo no lo tienen ellos, pues «emitía señal en Luanco durante la mañana siguiente» al suceso. Las defensas, confirman las mismas fuentes, ahondarán sobre estas «contradicciones» durante el proceso.
Lo cierto es que los hechos se saldaron con seis heridos del otro grupo. El peor parado, un joven de 21 años con cinco dientes partidos tras recibir un alcantarillazo en la cara. Su madre, en declaraciones a este diario, lamentaba el lunes lo siguiente: «No mataron a mi hijo de milagro. Le dieron con una alcantarilla en la cara y le reventaron cinco dientes; después, cuando estaba medio aturdido, fueron a rematarlo dándole con la alcantarilla en la cabeza, pero se libró del golpe gracias a que un amigo tiró de él». No fue el único, otro tiene la muñeca rota y los demás sufrieron cortes, magulladuras y contusiones.
«Nuestros chavales se acercaron a ellos para pedirles por favor que les devolvieran sus cosas y lograron recuperar la bandolera y uno de los teléfonos, pero el otro no lo quisieron devolver», indicaba la mujer. Luego, «sacaron navajas y empezaron a golpes».
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