Borrar
Miguel Cuesta. ALEX PIÑA
Nadie le enseñó a caminar, sólo corría
Una vida en imágenes: Miguel Cuesta Martínez

Nadie le enseñó a caminar, sólo corría

Cercano y tímido. Ha sido atleta de elite y hoy es profesor de Educación Física en el colegio de la Ería. Despistado, hiperactivo, madrugador y padre considera que su vida ha dependido y depende de un cronómetro porque no para. Ahora vive dedicado a sus hijos y a sus alumnos.

Domingo, 11 de mayo 2025, 02:00

No le enseñaron a andar, sólo a correr y desde entonces no ha parado de hacerlo. Primero de niño, por la calle Fray Ceferino y el colegio San Ignacio, de joven por las pistas de atletismo de medio mundo de la Ería y ahora ya menos joven porque al ser hiperactivo no le quedan minutos en el día para hacer cosas. Cosas pequeñas y grandes pero para él siempre a la misma velocidad. Su vida es un cronómetro: «Ya lo era cuando corría y ahora también».

Atareado, profesor de Educación Física en el colegio de La Ería, atleta, entrenador, fue director del colegio Veneranda Manzano «pero no quise seguir porque me tiraba mucho más dar clase». Es tan despistado que un día se equivocó de comunión a la que iba «y me tuvo que sacar mi hermano del error», madrugador, como no podía ser de otra manera con tanta carrera, constante, tenaz, rubio y con dos grandes ojos en los que no se puede diferenciar lo que parece una mezcla de bondad salpicada de ingenuidad.

Con toda la familia en Denia.
Con sus hijos, María y Pablo.
Corriendo con la selección española.

1 /

Miguel Cuesta Martínez (Oviedo, 1970) nació en el Sanatorio Blanco. Hijo de Antolín, que fue directivo de la Caja de Ahorros de Asturias, y María de los Ángeles, «cuya labor fue aguantarnos a todos». Vivió en Fray Ceferino de niño. «Jugábamos en la plaza de Cortefiel siempre a toda mecha». Tiene un hermano, Jorge, son casi inseparables, y dos hijos, Pablo, de 22 años y con síndrome de Dawn, y María, de 19.

Estudió siempre en el colegio San Ignacio, donde le fue bien, aunque «saqué buenas notas hasta sexto de EGB, a partir de ahí más normalito». Su idilio con el atletismo, donde llegó a ser un campeón de talla internacional en la que los expertos denominan la prueba más dura del atletismo, los 400 metros lisos, comenzó en el San Ignacio, de la mano del mítico Juanjo Azpeitia, que fue el entrenador de Yago Lamela. Años más tarde fue campeón de Europa por equipos con el Larios, siete veces internacional absoluto y record de España junior de 400.

Los veranos en Campo de Caso «en casa de mi abuela y en uan finca que tenían mis padres en Pinzales». Recuerda que con eso de pasar el día entrenando «fui tardío para eso de salir por ahí. Salía pero tampoco nada del otro mundo y en cuanto a lo de ligar no me enteraba yo mucho, es más igual me enteraba de que a una chica le gustaba años después».

Estudió Magisterio en la rama de Educación Física y estuvo 10 años en Alicante «donde saqué la plaza y allí seguí hasta que conseguí el traslado a Oviedo».

Su afición es el deporte, ahora el tenis aunque «estoy muy dedicado a mi hijo». Esto le ha llevado a participar, por ejemplo, en la Comisión Asturiana de Deporte Inclusivo y en muchas más cosas porque no para.

Ahora anda enredado en «buscar tiempo para no ir todo el día con la lengua fuera y para poder viajar aunque no es fácil «.

Miguel Cuesta pasa como un rayo por la vida con la misma poderosa zancada que exhibía en las pistas de atletismo y el mismo aguante al esfuerzo que un corredor de 400.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elcomercio Nadie le enseñó a caminar, sólo corría