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Rechazó hacer uso de la última palabra; sin embargo, no dejó de negar con la cabeza las acusaciones. El juicio a la doctora de urgencias procesada por un delito de homicidio por imprudencia grave por no haber seguido el protocolo con una paciente, de 73 años, fallecida el día de Reyes de 2018 en una clínica privada de Oviedo, ha quedo visto para sentencia. La acusada, que atendió a la vecina de Avilés poco más de una hora antes de su fallecimiento cuando fue requerida por las enfermeras y al no encontrarse el médico internista, le pautó sólo cuidados paliativos para «intentar aliviar su sufrimiento, porque era la crónica de una muerte anunciada», según se defendió en la primera sesión ante el Juzgado de lo Penal número 2. Tras el deceso de la mujer y previa consulta a su compañero, señaló como causa a un edema agudo de pulmón.
El Ministerio Fiscal elevó a definitivas sus conclusiones provisionales y solicitó para la doctora un año de cárcel e inhabilitación especial para el ejercicio de la medicina durante tres años por un delito de homicidio por imprudencia grave del artículo 142.1 del Código Penal. Sostuvo, apoyándose en informes periciales, que la doctora –que sigue trabajando actualmente en la misma clínica– realizó una impresión diagnóstica de edema agudo de pulmón e «hizo caso omiso» del protocolo «incumpliendo la 'lex artis'», como recalcó. Un protocolo que, de no aplicarse, «el paciente fallece».
La acusación particular, ejercida por Elena Fernández, mantuvo también su petición de condena: «Sin tratamiento, se muere el paciente» e insistió en que existía «una alternativa terapéutica», por lo que ha sido «una negligencia médica inexcusable».
Por su parte, la defensa, representada por Javier Álvarez Arias de Velasco, reclamó la absolución de su cliente: «Se encontró a una persona agonizando con los síntomas propios de un proceso terminal, ya sea por un edema agudo de pulmón o por otra causa».
Además de un perito que mantuvo en todo momento que «la ausencia de tratamiento» para el edema agudo de pulmón «es un riesgo de muerte inminente», testificó el médico internista que se ocupó de la evolución de la paciente durante los días que permaneció ingresada en la clínica. En todo momento, se posicionó del lado de la acusada. Aseguró que la «supuesta» causa de defunción fue dictada por él y que la doctora «se encontró con una paciente moribunda».
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