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El Kuivi de Oviedo acogió este domingo mucho más que un mercadillo vecinal. Más bien una demostración de que la transformación de Almacenes Industriales puede comenzar desde la infancia. Libros, talleres, cuentacuentos y sonrisas llenaron un lugar que hasta hace no demasiado tiempo era un rincón degradado del barrio de Ciudad Naranco y que poco a poco ha comenzado a reactivarse. La iniciativa, impulsada por la asociación Activa Naranco, reunió a vecinos de todas las edades para celebrar el Día del Libro.
Marisa Álvarez Pulgar, presidenta de Activa Naranco, se muestra entusiasmada con el éxito de la convocatoria. «Actividades como esta revitalizan el barrio», afirma. Con más de 230 socios, en su mayoría padres de niños pequeños, la asociación busca precisamente ofrecer alternativas culturales y de ocio para los más jóvenes. «Los niños tienen que tener opciones en su propio barrio. Hasta ahora había pocas actividades para mayores de 12 años y con iniciativas como esta conseguimos que ellos mismos participen, se impliquen y den vida a Ciudad Naranco», señala.
El corazón del mercadillo lo formaron los puestos de libros usados, donde los protagonistas fueron los niños. Elsa, Marco, Lía y Valentina se encargaban de atender a los visitantes, recomendar lecturas y vender los libros que otros niños ya no usan. «Estamos muy contentos con la iniciativa», comentan entre risas. «Hemos estado preparando todo durante días para que hoy nadie se quede sin libro», explica Marco.
Además de la venta de libros, el programa de actividades incluyó un cuentacuentos a cargo de Pablo Fraile, quien presentó a los pequeños su libro 'Bruja', y varios talleres creativos para elaborar libretas y marcapáginas. Esta ha sido la quinta edición en la que Activa Naranco celebra el Día del Libro, pero es el primer año que se organiza un mercadillo como parte de las actividades. La jornada también contó con un taller de animación lectora con perros de asistencia.
Para los padres, la valoración del evento no puede ser más positiva. «Esto revitaliza el barrio», asegura Luis Menéndez. «Sobre todo, ayuda a darle uso a espacios que estaban en ruinas y que no hacían ningún bien a la zona», dice.
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