'Basada en hechos reales', Polanski recopila sus obsesiones

El quimérico inquilino', 'El baile de los vampiros', 'Frenético', 'Lunas de hiel', 'La muerte y la doncella'... Las películas de Roman Polanski ahondan en la paranoia, la histeria, la violencia y el humor negro. Nos ofrecen un doloroso reflejo en el espejo de nosotros mismos.

A sus 84 años, el polaco errante sigue siendo un cineasta mordaz y agudo, que hasta en las cintas de encargo deja muestra de su inmenso talento. Valga como prueba 'Un dios salvaje', su absorbente adaptación de la pieza teatral de Yasmina Reza, o 'Basada en hechos reales', presentada en el último Festival de Cannes fuera de concurso.

Una novelista de éxito en plena crisis creativa (Emmanuelle Seigner, esposa y musa del realizador) y una admiradora seductora e intrigante (Eva Green) protagonizan un thriller psicológico basado en la novela de Delphine Vigan editada en nuestro país por Anagrama. Seigner descubrió el libro al autor de 'Chinatown': «Encontré en ella ecos de mis películas anteriores. Me hizo sentir como en casa», explicaba en Cannes.

La sensible y atormentada protagonista está paralizada ante la idea de tener que comenzar a escribir una nueva novela. La encantadora fan que aparece en su vida la comprende mejor que nadie. La escritora la tomará como confidente y le abrirá las puertas de su vida.La sombra de 'Misery' -inolvidable Kathy Bates torturando a James Caan- sobrevuela sobre una cinta que funciona a modo de compendio de las obsesiones de Polanski en el final de su carrera. Los juegos de dominación y poder y la obsesión y la locura vertebran una intriga juguetona y absorbente.

El director ya abordó la creación literaria en 'La novena puerta' y 'El escritor', dos títulos menores en su filmografía. 'Basada en hechos reales' no añade nada nuevo a los clichés que hemos visto tantas veces en películas como 'Mujer blanca soltera busca'. Y cualquier espectador medianamente atento adivinará los giros de los acontecimientos.

Si olvidamos algún agujero de guion y la sobreactuación de Eva Green, solo queda disfrutar de la ironía autorreferencial que destilan las imágenes de este juego de espejos.

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